Gilberto Castellanos se yergue en el país claroscuro del barroco, siendo el poeta más importante nacido en el estado de Puebla a finales de la primera mitad del siglo xx (primero en ganar un premio internacional de poesía: el Premio Lationamericano por El mirar del artificio), el más trascendente de su generación natal, que se adelantó al neobarroco y entra perfectamente en una antología de esta corriente. Castellanos ejerció una influencia creativa y renovadora en la joven poesía poblana, como poeta y promotor, continuando una importante tradición.
Un problema de la vista, le trajo una visión ocular distinta, que el poeta nacido en Ajalpan (1945) convirtió en arte y poseía, en "artificio", en un mirar diferente influido también por el contexto barroco clásico de la fabulosa ciudad de Puebla que José Lezama Lima, el gran poeta cubano (y uno de los símbolos del neobarroco) definió como la catedral de lo Americano y un lugar de peregrinación de nuestra identidad, la oscuridad como perdón de la luz. La pasión por la poesía y la pintura, prácticas intensas cotidianas, trajo como consecuencia una poética muy personal, original, que confirma su importancia relevante en la historia de la poesía poblana, sucediendo al romántico Manuel M. Flores y al vanguardista Germán List Arzubide.
La poética castellana aquí es compleja (barroca-neobarroca), en imágenes y en el estilo, estas imágenes sobre todo tienen un gran trabajo, sin descuidar el ritmo , su "mirar del artificio" es como la cosmovisión barroca: revelación a partir del exceso de formas, de su mareo, de su mar intenso que extravía para conducir a la playa de encuentro, de la contemplación, al templo del vislumbre (ejercicio poético diametralmente opuesto a la visión zen, pero llevado a cabo con la misma ardiente paciencia y afiliado detalle) trabajado con gran amor de orfebre toda su febril vida creativa.