La divulgación de la historia, tema que recientemente ha cobrado un impulso gracias al interés de los historiadores por sacar la historia de las instituciones académicas, debe resignificarse y tomar otros caminos que no se han abordado, como el tiempo presente. Para lograr este propósito y que la historia pueda ser acogida por un público amplio, se necesita crear un vínculo entre el escritor y el lector y que este último sienta como parte de su vida lo que está leyendo. El lector, parafraseando a Walter Benjamin, no debe conocer de pies a cabeza lo que sucedió, sino dejarse atrapar por un recuerdo que lo marque, sorpresivamente, como un relámpago. La razón por la que A la luz del relámpago. Cuba en octubre está narrado a 40 años de la Crisis de octubre, es que para escribirla el autor tomó como contexto la conferencia que se desarrolló en Cuba con el nombre: "La crisis en octubre: una visión política cuarenta años después". En ella participaron y dialogaron personalidades políticas muy importantes involucradas en los hechos. La finalidad, en gran medida, de la obra no es sólo dar a conocer lo que aconteció, sino a invitar a reconstruir el pasado desde la memoria; y qué mejor que el lector lo haga recogiendo las impresiones de los protagonistas, las cuales funcionarán como relámpagos.