Desde la aparición de sus primeros versos Rubén Bonifaz Nuño (Córdoba, Veracruz, México, 1923) ya había tomado conciencia de cuáles eran sus preocupaciones como poeta, tanto éticas como estéticas: la incorporación de los elementos clásicos a la vida diaria, la depuración de los discursos eróticos y amatorios enriqueciéndolos con los elementos más tradicionales, la preocupación por la cosmovisión prehispánica y el diálogo con la actualidad. Las extraordinarias traducciones que de los autores clásicos ha realizado han dejado huellas en su lenguaje, siempre tan clasicista y depurado.
"Su vasta obra de poeta y de traductor de la poesía latina ha sido posible gracias a un sentido de la poesía a la vez ascético y apasionado, reticente y desbordado. Para hacer una obra como la suya es necesario tener un infalible olfato estético y unas dotes extraordinarias de crítico y de cantor" ha escrito Eduardo Lizalde de su obra.