Don Juan José fue un hombre fascinado y a la vez trastornado, lastimado por su tiempo. Se inclinó por estar al tanto de los hallazgos de la ciencia, pero también por usar su conocimiento para criticar a un mundo embustero. (...) Arreola fue un moralista. Descendía de Quevedo, Swift, Voltaire e incluso, por exagerado que sueñe, tomó la estafeta de Proust, además de que consideró a López Velarde su segundo padre. (...) Pero contrario a lo que se supone, un moralista es abierto —su visión debe abrirse a las opciones de otros universos, por eso no es extraño que los moralistas de buena cepa posean una imaginación potente— y suele valerse de un sentido del humor refinado. Fue el caso. (...) Este libro reúne a ocho autores jóvenes: Felipe Vázquez, Socorro Venegas, Teófilo Guerrero Manzo, Alberto Chimal, Carlos Antonio de la Sierra, Silvia Eugenia Castillero, Fernando de León y Raymundo Aguilera a quienes se les invitó a reflexionar sobre la obra de Juan José Arreola.