La pasión recorre cada una de las páginas, cada uno de los versos, de Penitencia el mar: la pasión del conocimiento y la del lenguaje, que en el vértice de la experiencia poética se transforman en una llamarada enérgica de imaginación y de inteligencia. Con un talante verdaderamente clásico, es decir, con un lúcido sentido de la forma, Francisco Magaña consigue poner al día en este libro los grandes temas y darles un nuevo giro, un tratamiento inédito; pero, al mismo tiempo, no se muestra obsesionado por el mito de la originalidad, esa determinación paralizante de la ideología literaria y artística de nuestra época; es naturalmente original, porque es en todo momento genuino y afirmativo, aun en la cala sombría de la expresión trágica. Penitencia el mar se lee como una obra de sorprendente madurez y honda frescura.