Captar el mundo en su inclemente existencia, como “la vida incierta” que dijera Garcilaso, es el objetivo del autor con este libro, esta “flor naciendo al mundo”. Ya Leonardo Varela ha comentado: “La poesía de Ramón Cuéllar Márquez está recorrida por el deslumbramiento y la incertidumbre. Desde esas atalayas, el poeta tiende las redes de su canto para tratar de apresar al poema: agua fugaz, mariposa de ruedas. Pero el poema, lo mismo que la vida, se le aparece como una sucesión de máscaras, cáscaras de las que habrá de despremdere creando otras nuevas, incesantes imágenes: metamorfosis del agua en océano. “En ella los poemas no existen como espejos de la realidad sino como cristales deformantes que la amplifican o disuelven. Son microscopios o binoculares a través de los cuales resulta posible observar en forma simultánea las múltiples facetas de un transcurrir histórico y eterno, vertiginosamente real y sin embargo atemporal. Sus imágenes despliegan procesos paralelos: líneas de fuga que se entrecruzan en la agonía de un instante.” “Esta poética, inbuida de una aguda conciencia generacional, no ofrece respuestas sino preguntas, aún más: reclamos. Reclama un mundo a la medida de su lenguaje, palabras que sirvan para redimirnos de la soledad, la guerra y el invierno, pero que sean igualmente capaces de convocar el pasmo de la nieve, el fuego adánico que crepita en cada trozo de luz, las oquedades del insomnio. Porque la brújula del poeta señala siempre el vacío: oscilación de la paradoja: espejo muerto del cuerpo.” Esta segunda edición pone a circular de nuevo este libro, uno de los primeros títulos de este Fondo Editorial.