Luis Eduardo Reyes destacó desde sus primeros trabajos (más de 15 obras en un acto) en mi taller de composición dramática, por relevantes y varias cualidades, entre ellas: agudeza para caracterizar desde los primeros diálogos, sentido del ritmo y del tono, frescura en el enfoque de sus tratamientos, un cáustico y sin embargo cálido sentido del humor, una penetrante capacidad de observación para esencializar sus personajes y un brillante dominio de la progresión dramática, con claro sentido de la anécdota. Era indudable que existía en él un dramaturgo en potencia; así lo confirman sus premios. Así, mediante un breve juego anecdótico, Reyes nos muestra su gran capacidad para crear seres vivos y verdaderos que sin duda son parte de la realidad mexicana.