Para los pueblos de la cultura náhuatl un ciclo abarcaba cincuenta y dos años. Cada nuevo ciclo era renovado con la ceremonia del fuego nuevo y aquellos que habían cumplido esta edad recibían altos honores y el respecto de todos porque, se creía, habían experimentado las cincuenta y dos maneras posibles de ser de los años. Junto a esta concepción cosmogónica, los poetas nahuas conocieron el azoro y la belleza de lo transitorio. Supieron que la vida, aunque fuera de jade, se quebraba y aunque fuera de pluma de quetzal, se solía rasgar. "Sólo una vez aquí en la tierra" nos repiten a cada tanto. El lector tiene en sus manos cincuenta y dos maneras distintas de habitar el mundo en las voces de algunos de los poetas más representativos de sus respectivas tradiciones líricas.