Edificio La Princesa es un homenaje a la infancia y un conjuro para que ésta permanezca a pesar de los desengaños y el desencanto vital mediante el misterio, la ternura e incluso la crueldad que colman los pasillos de ese inmueble llamado memoria. Las narraciones pueden leerse de manera independiente o como capítulos de un largo relato fragmentario que parte de una escena original y retorna a ella en forma de variaciones sobre un tema que atraviesa los corredores y las estancias de este libro. Una noche, una detonación despierta a los personajes de este edificio, y cuando apenas se recuperan del horror, una nueva suena para quedarse reverberando desde 1928 hasta nuestros días. Once historias hilvanadas a través de un crimen pasional seguido de un suicidio resuenan en el espacio espectral del Edificio La princesa. La niñez y sus alianzas, el exilio, la perversión, el suicidio, la soledad, las opciones eróticas, son hechos que se presentan sobre un escenario subrepticio visto desde el rabillo de los ojos, por donde los personajes miran sus existencias como dicen que los muertos contemplan a los vivos.