La interioridad y la intensidad de los personajes de ficción fue una de las aportaciones esenciales de la obra de José Revueltas a la literatura mexicana. Si la supervivencia y la lucha fueron los motivos de su vida intelectual y política, el escritor duranguense no omitió la significación de una y otra para dar forma a su mundo narrativo. Así, el sufrimiento, las injusticias y la cárcel configuran una perspectiva filosófica y moral de la que nació una obra literaria de enorme valor. El luto humano, novela aparecida en 1943 y objeto de este largo ensayo, ofrece, de acuerdo con la autora, una dimensión del encierro y el presidio como una “prisión afectiva y moral, donde se distinguen dos planos: el objetivo, las tinieblas y el diluvio que aprisionan a los personajes; y el subjetivo, la religiosidad, el fatalismo y los sentimientos de culpa que los aíslan”. En este estudio, que obtuvo el Premio de Ensayo José Revueltas 2004, Elba Sánchez Rolón considera que esta novela, como toda la obra narrativa de Revueltas, tiene una especial calidad hermenéutica por estar constituida, entre otras por estar constituida, entre otros elementos, por un rico y valioso conjunto simbólico. Así, afirma que el discurso literario de este escritor debe ser interpretado pues establece interrogantes bajo su aspecto realista, empírico o histórico y, en razón de ello, cualquier enfoque establecido desde la crítica literaria debe ampliar su perspectiva. En el caso de El luto humano, la autora profundiza en el elemento de los espacios cerrados y en la visión del mundo como una cárcel, en relación con la enajenación y la degradación de los personajes, y va más allá de los análisis de varias épocas, que no han dado la debida importancia a la dinámica de la narrativa revueltiana.