Quienes han seguido la trayectoria literaria de Julio C. Palencia reconocen en su escritura llana la contundencia del aforista maduro, del hombre que grita porque es la única manera de hacer que oigan los necios que gobiernan, del poeta que canta a la utopía desde la derrota. En despoblado sigue esa línea ascendente, pero con variantes: la reflexión sobre el lenguaje, el ocio de poeta, la crítica metapoética, todo enmarcado en la dulce sabiduría de un espíritu desgarrado que dialoga con el otro desconocido lleno de conocimiento.
«Lo que encuentres aquí es tuyo —dice el poeta—; lo que te guste o disguste, lo que ames o detestes. Mira hacia adentro de las líneas de este libro y te verás danzar feliz o en sollozos. O quizá al final te cobije la indiferencia de nuestra época».