Los poemas de El viaje y lo doméstico vienen, como los buenos libros, desde lo más humano de los ángeles. Con transparencia e intensidad, potencias desdeñadas hoy en día, Ángel Vargas asume el compromiso de superar sus libros anteriores y exponer un registro diferente que, como marca el título, se fundamenta en lo más cotidiano y en lo tan imposible del amor y sus riesgos: úlceras que castigan la memoria de una infancia infernal o el no te amo casi siempre sincero, no hay poema que no tenga un hallazgo o sea, por completo, una revelación sensible o dolorosa. Coincido plenamente con un libro como éste: honesto y ajustado hacia lo personal pero rico en recursos y lecturas. La manera de titular los textos, mediante coordenadas, no sólo referencia la geografía en la que Vargas se inscribe como un ser de familia sino que se decanta a esos largos silencios (e.e. cummings) que uno debe llenar con la mirada.