¿Qué queda después de la ruptura amorosa? La agonía de los amantes condenados a abrazar el vacío, rastros como inscripciones de fuego en la memoria, y entre la incierta hojarasca de los días, el rumor presentido de un Ciervo, obligado a recorrer las estancias vacías: ojos de ambos puestos ahí para añorar una y otra vez el reino abolido.
Es ésta la realidad en la que los amantes, alcanzados un día por la altísima ira del cielo, se desabrazan, se vacían uno del otro. Ahí ha puesto Mariana Bernárdez su particular acento en este libro. Desde ahí la poeta de Alguna vez el Ciervo se interroga sobre la realidad del desamor y su extravío. Ahí se detiene una vez más para encender, contrita, una hoguera íntima con los suaves y amados restos de la querencia, porque sabe muy bien que al final nadie «quiere el recuerdo de lo perdido».
Félix Suárez