Lobo de Ciudad Grande, de la poeta veracruzana Silvia Tomasa Rivera, es un poemario bordado en los límites de la realidad y de la conciencia, en la frontera geográfica y el delirio, entre los recuerdos y el olvido. Un personaje le sirve de referencia para libar en la fuente verbal de los deseos y las frustraciones del lenguaje, en este caso de la música, única tabla de salvación de quien viaja a la deriva, de puerto en puerta, de bar en cantina. Es el espacio transparente donde todo se mueve en sueños que son realidades, en costas marinas donde lo mismo deambula Wagner que Pessoa, Sax Velázquez o Dardo Cisneros.
Un mundo espectral reverbera en los versos de Silvia Tomasa, “la comunidad de los mirones que no tiene fronteras”, atrae poderosamente la atención y nos sitúa en su batalla por la libertad y la soledad, por la sobrevivencia de un lobo enfermo en las esquinas de su melancolía y la embriaguez, de la abstinencia. Una búsqueda que es huida y refugio de sí mismo, contra sí mismo, en el pentagrama y el aullido de un saxofón doliente.
La poeta hace de este lobo de ciudad grande un nocturno enfebrecido y luminoso, un hábitat oscuro donde se encienden las palabras, se achispan en un canto chamánico y tabernario. Pleno de mundanidad, este poemario vibra también de desasosiegos e incertidumbres, de amorosos extravíos, de blues, de voces jazzeadas que suenan y saben a licor en medio del peligro de vivir, de reconocer que “El deseo tiene piernas / se levanta”. Silvia Tomasa Rivera dialoga, libera el instinto de su lobo de ciudad grande en sinceros y apasionados versos.
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Obras por número o año
Obras por género literario
