No acaricies un perro ciego es la novela de la desolación, un tríptico que sucede en un Montevideo triste de cafés nocturnos y plazas solitarias en el que se entrecruzan algunas historias y elementos perturbadores: una interrogante de la escritura Rayuela de Julio Cortázar, el pasado turbio de vidas reveladas y escritas en papeles codiciados y olvidados en un sobre amarillo, un incesto, el encuentro con una chica en una calle de ficus frondosos, el fantasma de una mujer llamada Magnolia, la inquietante presencia de un perro ciego que no debe ser acariciado.
Suceden con amargura amores afligidos al borde de la locura, discurren los suicidas en su oficio de valientes, una fauna melancólica de prostitutas sabias y aparece a destiempo un vestido de novia usado por alguien más en una noche de tormenta. Ladrones, detectives, un torturador en su versión cotidiana de buen psiquiatra, personajes todos con destinos rotos que buscan el amor pero sólo terminan por conjurar sus espectros y se entrelazan en una trama impecable que describe es mirada desviada y turbia sobre las cosas. No acaricies un perro ciego es, antes que un canto de dolor y amargura, una pieza de escritura tan conmovedora como intensa.