Adjuntar al título de Región las fechas de 1982 y 2002 implica establecer un vínculo entre lo espacial (o bien, si se prefiere, lo territorial) y las encarnaciones del tiempo.Elegante, discreto rasgo de coherencia en un poeta que alguna vez ha dicho: "todo el desierto de Arabia fluye manso en un reloj de arena". Los poemas de Jorge Esquinca, en efecto, han compuesto a lo largo de veinte años un espacio vasto y primordial que no se jacta de sus dimensiones y que, antes bien, parece buscar un centro de máxima condensación. Primero, entonces, conviene recorrer este libro y tomar conciencia de las amplias fronteras que se va trazando a sí mismo al explorar las posibilidades del poema en prosa, de la plegaria y el conjuro, la invocación y la estampa. Se impone, después, el movimiento inverso, de reflexión y de recogimiento: la expansión de una palabra firme y segura, característica de Alianza de los reinos y El cardo en la voz, halla una respuesta en el despojado equilibrio silencioso de Paloma de otros diluvios, una renovada plenitud en Isla de las manos reunidas y una crisis de riesgo inusitado en Vena cava. En suma, de la certeza meridiana y la consistencia de la dicción al desarreglo y el salto al vacío, de la tersura de las frases a la explosión de la sintaxis y el vislumbre de lo inefable, Región presenta y constituye una edad y un ciclo en la obra de un poeta fundamental de su generación y de la poesía mexicana de nuestro tiempo.
Luis Vicente de Aguinaga
Jorge Esquinca (Ciudad de México, 1957) vive, desde 1968, en Guadalajara, Jalisco. En 1990 obtuvo el Premio de Poesía Aguascalientes y en 1991 el Premio Nacional de Traducción de Poesía. Ha sido becario del Sistema Nacional de Creadores de Arte, del Programa de Fomento a la Traducción Literaria y del Ministerio de Cultura de Francia. Ha traducido, entre otros, libros de Pierre Reverdy, W.S. Merwin, Henri Michaux y André du Bouchet.