Estudió el bachillerato en Madrid, en la Residencia de Estudiantes, y dos años de licenciatura en Ciencias Naturales en la Universidad Central de Madrid. Perteneció a la Generación del 27; escribió influido por Federico García Lorca y por Juan Ramón Jiménez. En 1922 viajó a Freiburg, Alemania para estudiar Filosofía. Con Manuel Altolaguirre fundó y dirigió la Imprenta “Sur” (1924), de la que también fue propietario. Allí se imprimió la revista Litoral; ambas empresas –tanto la imprenta como la revista– fueron fundamentales para el desarrollo poético de su generación. En 1930 se incorporó a la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Colaboró con las Misiones Culturales de la República Española, participó en la Comandancia de las Brigadas Internacionales y en Radio Madrid. Colaboró en revistas como Hora de España y El Mono Azul y en la edición del Romancero general de la guerra española. En 1939 se exilió en México, donde se desempeñó como editor tipográfico de la editorial Séneca, fue profesor del Instituto Luis Vives y editor de la tercera época de Litoral. Colaboró en revistas y publicaciones periódicas como Cuadernos Americanos, Universidad de México y Presencia e Independencia.

Emilio Prados Such, poeta e impresor, figura clave de la Generación del 27. Fue uno de los primeros poetas españoles que buscó adherirse a los principios surrealistas con la escritura de algunos textos dentro de esa corriente, publicó sus primeros libros –Tiempo, Canciones del farero y Vuelta– que intentaron revalorizar y recrear la canción popular. Desde la proclamación de la República, el radicalismo político de Prados se hizo evidente y sus ideas socialistas influyeron en su poesía, lo que lo condujo hacia el romancero tradicional y a la creación de una poesía revolucionaria (Llanto de octubre, Llanto de sangre), muy popular durante la guerra civil. Su poesía de exilio parte de la soledad hacia un recogimiento interior. Mínima muerte manifiesta las preocupaciones y temas que Prados exponía en sus libros de los años veinte con claras resonancias de San Juan de la Cruz. Jardín cerrado, rico en temática, contiene todo el sentimiento religioso del poeta; es un diálogo en continua tensión con Dios al que pide presencia –luz–. En sus últimos libros, Río natural, Circuncisión del sueño o La piedra escrita, Prado intenta desentrañar el misterio de la palabra y reflexiona sobre la finalidad de la poesía y el sentido de la escritura.