Sí, no es fácil entrar desde la primera línea en un discurso que va de tal manera contra la corriente que incluso pisotea sin lástima las reglas más ahincadas de nuestra seguridad mental, de nuestras grillas prosódicas, de nuestra aceptación pasiva de las funciones gramaticales... Ahí es donde lo masculino se vuelve femenino y viceversa para pisotear los cánones del pensamiento estereotipado, ahí donde sin vacilar se vuelven activas y operantes tantas palabras que manejamos pasivamente, el poema cesa de ser comunicación para hacerse contacto. Juan y su lector cesan de estar solos y recorrer separadamente ese camino que busca llevarnos hacia nosotros mismos... La fuerza más extrema de la palabra de Juan nace de haber dejado atrás la superficie del dolor y de la cólera para ahondar en sus raíces, y en esa zona vital y mental desde donde la reflexión y la acción pueden recomenzar con eficacia que tantas veces les faltó en medio de ruido y del furor. Volver positividad la abominable suma del oprobio y la desgracia; sí, todavía hay alquimias posibles cundo se posee " el lugar y la fórmula" como los poseen los poemas de Juan.
Julio Cortázar