La crítica y la literatura se han presentado a menudo como polos antitéticos: como si la primera sólo tuviera como fin viviseccionar a la segunda y darle muerte. Mas no siempre es así. La crítica literaria ha reafirmado en el siglo XX su calidad de género literario con parámetros intelectuales y estéticos propios. Y a menudo, sobre todo en Italia, país que cuenta con una tradición crítica riquísima y sin igual, el análisis literario se ha matizado de instancias civiles y políticas, en una palabra, se ha hecho portavoz de las instancias morales más altas, y ha alcanzado por otro lado, vértices estéticos dignos de la mejor literatura.