La obra poética de Sergio Mondragón que aquí se presenta es el testimonio de un quehacer realizado y sostenido, desde el primero hasta el último de sus textos, en aras de clarificar y profundizar los nexos que el poeta establece ante la escritura, la naturaleza y la propia experiencia de vida personal, en un intento de conciliar las realidades de adentro y afuera y alcanzar un acuerdo entre la objetividad del mundo y la conciencia poética que la nombra: una contemplación activa, en movimiento continuo, que compromete todos los sentidos del poema y del poeta -y del que lee- y que se ejerce tanto sobre el lenguaje como sobre la multiplicidad de los seres y las cosas, esa red interdependiente que se extiende al cosmos natural y conforma con éste el tapiz de lo humano. Labor, en otras palabras, que estructura "una mística poética que es corporal", como caracterizó desde el principio Octavio Paz el trabajo de este poeta.