El que habla en estos poemas es el primero y el último de los hombres. Y no sólo porque Sergio Mondragón crea en el poder de encantación de las palabras, sino también porque con él reverdecen, limpias de esmog literario, y vuelven a ser pájaros en libertad. Ahí está también la turbia contemplación de la poesía introspectiva : este poeta habla siempre desde sí y sólo por sí ; pero por ello precisamente da voz a otros hombres. En los poemas de Pasión por el oxígeno y la luna Mondragón habla de nuevo en un lenguaje caro a esos mitos del subconsciente: conjuros, plegarias, invocaciones, lamentaciones, interjecciones, revelaciones. Enfrentamiento al misterio de lo cotidiano y/en persecusión de la Belleza, de lo eterno y lo absoluto. Proeza descomunal—por su constancia y sus logros—en el ámbito de nuestra poesía. Nada quedará de EUA, del Japón o de México, los países en estos poemas, pero sobrevivirá la poesía, la fugaz desesperación y atisbo de lo auténtico que late a cada instante en el cambiante cosmos. Y entonces, ese "mirar en los adentros" de Sergio Mondragón, ese jazz ululante y surrealismo natural, seguirán ahí.
Ernesto Trejo