Poemas, poemas en prosa, prólogos, presentaciones, conferencias no sólo giran en este libro como si todas estas variantes fueran de una misma pasta poética, sino que indican o sugieren una versatilidad que no es inocente; cualquiera puede advertir que una misma actitud de escritura rige cada fragmento de modo tal que la totalidad es un entretejido, un “texto” completo que en esta perspectiva y dimensión debería ser leído. Cada fragmento, por lo tanto, es una pieza de un rompecabezas cuyo dibujo final ha de ser tanto una pregunta como una inquietud histórica, poética, textual, política, existencial, nostálgica, sarcástica, interrogativa, irónica. Además, especialmente en los poemas que tienen forma de verso, el deslizamiento es hacia la narración, como si se tratara de eso más que de la exaltación de una palabra poética consagrada o de definida idiosincrasia dentro de una literatura. Narrar, contar, pedir, reclamar, pedirle y reclamarle a una hipotética y lejana Cruz del Sur lo que ella no puede decir y ella, díscola, se niega. En esto reside el valor o el sentido de la irrupción de un libro como éste en el cuadro de la poesía latinoamericana: como palabra impura que pretende hacerse leer más allá de pedregosos discursos especificados.