En sus poemas las ideas funcionan como imanes que atraen a su alrededor, como partículas de hierro, un juego de objetos. Dichos objetos despliegan entre ellos una red de relaciones lógicas, visibles y de una clara simetría. Entonces, y gracias a ellas, la idea se vuelve casi también un objeto, un poliedro al cual podemos girar o cambiar de posición para emprender la observación de otra de sus facetas. Los poliedros de Víctor Manuel Mendiola entrañan una simplicidad engañosa. A medida que los leemos y releemos "que los estudiamos" su disciplinada transparencia emerge con tanta naturalidad que parece un cristal o una pecera. Esta obra fue merecedora del Premio Latino de Literatura 2005, otorgado por el Instituto de Escritores Latinoamericanos de Nueva York al mejor libro publicado en lengua española.