Olson, biógrafo de Melville, dice que su verdadero mar fue la inmensidad, por ello, el autor de Moby Dick eligió como animal perfecto a la ballena, de la que la Real Academia asegura que es el mayor de los animales conocidos. Melville desmesura su mundo al colocarlo en el mar, inmenso, y dentro de él a la inmensa ballena, devolviéndonos el enigma que inscriben en la espuma Escila y Caribdis cuando muerden a los barcos que pasan y se ensañan con Jasón y con Ulises. Las ballenas son semejantes a Las Encantadas, islas que Melville prefirió entro todas por sus peñascos calcinados que se ofrecen a la mirada errática del que las alucinara antes de embarcar con Ismael en el Pequod: Las ballenas están a medio camino entre las Indias y la alegoría, y en ellas y en Las Encantadas pueden habitar Andrenio, vestido apenas por obra de Gracián “con la librea de la inocencia”. Ya eran inocentes las ballenas cuando las encontró Jonás, también lo eran cuando Colón las entrevió antes de descubrir la tierra prometida, pero hoy superan la inocencia porque sólo quedan doscientas ballenas azules en el mundo.
Margo Glantz ha publicado además de este texto Las mil y una calorías, novela dietética, 1978, No pronunciarás, 1980, Las genealogías, 1981. Algunos libros de ensayos, entre otros Repeticiones (1979) e Intervención y pretexto (1980).