Enciclopedia de la Literatura en México

El son del corazón

mostrar Introducción

El son del corazón fue publicado por el Bloque de Obreros Intelectuales de México en 1932 como homenaje póstumo a Ramón López Velarde. En este libro el poeta zacatecano continuó la intención representada por artistas como Saturnino Herrán, Enrique Fernández Ledesma o Manuel M. Ponce de dignificar los asuntos nacionales a partir del criollismo estético. Lo había llevado a cabo ya en textos como “Melodía criolla" o “Novedad de la patria”, destacados por José Luis Martínez, que trazan el camino y los propósitos en la experiencia de encontrar el tono propio. Este último poemario recorre, también, los orígenes temáticos que inspiraron La sangre devota; sin embargo, subraya el propio José Luis Martínez, la innovación se halla en que el procedimiento técnicamente es más simple, pero poéticamente más arduo, de expresiones sorprendentes. Con este capítulo se cierra, según Allen W. Phillips, un relato extraño de tres actos donde La sangre devota representa la muerte de Fuensanta y un amor imposible; Zozobra, la pérdida del edén y el exilio y, en El son del corazón, donde Fuensanta vuelve a ser motivo de la obra, la encuentra transfigurada en una realidad metafísica, la muerte, recurrencia de la que Octavio Paz escribe, se mantiene como fondo de un eterno vaivén. López Velarde fue partícipe de una época, libre de excesivos elementos preciosistas e inútiles verbalismos. Se presenta como un poeta de transición entre dos épocas históricas: la modernista y la vanguardia, afirma Phillips.

En este tributo al cantor por antonomasia de la provincia se reúnen los poemas posteriores a Zozobra, junto a los textos de Djed Bórquez (integrante del Bloque de Obreros Intelectuales), “Mis encuentros con el buen Ramón”, “Ramón López Velarde” de Genaro Fernández McGregor, artículo publicado en México Moderno once años atrás, y, a manera de epílogo, “El verso inolvidable” de Rafael Cuevas. Se imprimió en los Talleres Gráficos de Alfredo del Bosque, y Fermín Revueltas fue el artista encargado de las ilustraciones.

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López Velarde regresa a sus orígenes temáticos, de los cuales se había alejado en Zozobra. Este distanciamiento había provocado el descontento de muchos de sus lectores, pues lamentaban que el poeta hubiera abandonado su temple provinciano y le reprochaban la exploración de territorios escabrosos. Hubo quienes, como McGregor, entendieron que el cambio estilístico era resultado de la transición de la mirada objetiva de La sangre devota hacia una subjetivización que requería de representaciones menos directas, más simbólicas. De esta forma López Velarde recorre con un nuevo estilo los mismos leit-motiv de antes de La sangre devota, los desarrolla y profundiza en variaciones. La realidad sentimental de Fuensanta se transfigura al correr de los años, la transformación es en ascenso de la novia provinciana al amor imposible y de éste a la Muerte, expresa Octavio Paz cuando se refiere a “El sueño de los guantes negros”.[1]

Mantiene el corazón como símbolo en los títulos de sus cuatro libros: La sangre devotaZozobra, El minutero y en El son del corazón. Octavio Paz señala que es el sol de su obra y, entorno a su luz, o su sombra, giran los otros elementos de su poesía.[2]

Los críticos de la obra de López Velarde coinciden en que fue Leopoldo Lugones con Lunario sentimental quien le mostró el camino difícil para asumir la poesía como “sistema crítico”. López Velarde, más que un frío sistema verbal, consiguió que cada palabra de sus poemas fuera un incendio, describe Paz, y a su vez, agrega, muchas de las virtudes que el poeta admiró en Lugones se encuentran en la poesía de Laforgue: la rima inesperada, la imagen autosuficiente, la ironía, el dinamismo de los contrastes, el choque entre el lenguaje literario y el lenguaje hablado.[3]

mostrar El criollismo estético y la creación de un lenguaje

No es la menor la penúltima de las revelaciones que nos entregan los nuevos textos en prosa de López Velarde, comenta José Luis Martínez[4] para referirse a las intenciones poéticas en El son del corazón: dignificar los asuntos nacionales, “este café con leche que nos tiñe”, escribe López Velarde en “Melodía criolla”.[5] Criollismo estético, entendido no sólo como lo provinciano, lo pueblerino y el color local, sino como algo más que permite descubrir y hacer duradero en el arte el aroma profundo, diverso y peculiar de México, lo mismo el de las novias provincianas que el de las “consabidas náyades arteras”[6] de la capital. Esa es la intención consciente que López Velarde se propone, concluye José Luis Martínez.

López Velarde, afirma Xavier Villaurrutia, es, sobre todo, el creador de un lenguaje. Ese lenguaje no es el de la provincia ni el de la ciudad o el lenguaje hablado o el escrito por los poetas de su tiempo, sino uno nuevo, creado por él.[7] No es solamente el poeta que descubre la provincia ni tampoco el que descubre la ciudad y el mal. Para Octavio Paz, consigue mostrar en verso una resignificación de lo cotidiano, logra develar nuevos e insospechados matices. En El son del corazón los procedimientos descriptivos tienden a ser juegos sensoriales de mayor complejidad, a diferencia de los motivos visuales que predominan en su primer libro. López Velarde expresa las profundas y auténticas vivencias que la vida le ofrecía, se deja llevar por la emoción de todas las cosas insignificantes, crea el lenguaje de la pasión, como dice Paz.[8]

mostrar Recursos estilísticos

A parte de los desarrollos metafóricos complejos y de las formas descriptivas presentes en La sangre devota, en El son del corazón se encuentra un nuevo tipo de experiencias verbales. Este procedimiento lo emplearon algunos poetas admirados por López Velarde como Rubén Darío, Jules Laforgue, Julio Herrera y Reissig, Leopoldo Lugones. Se trata, en este caso, de relacionar elementos disímiles que con su disparidad entre la naturaleza física del sustantivo y la naturaleza sentimental del adjetivo producen ese efecto en versos como “el perímetro jovial de las mujeres”.[9] José Luis Martínez llama a este recurso adjetivación de signo contrario.[10]

En la versificación de López Velarde –destaca el mismo José Luis Martínez[11] es peculiar su gusto por las rimas consonantes, el empleo de versos monorrimos en pareados o en dísticos, la técnica de entrelazar rimas en juegos ingeniosos como “Diré con una épica sordina: / la Patria es impecable y diamantina”[12] o, “Patria: tu mutilado territorio / se viste de percal y de abalorio”.[13]

Otro recurso frecuente es la repetición de vocablos, la redundancia intencionada, el ponderar algo consigo mismo. Se trata de una figura retórica que el poeta manipula con maestría para lograr cierta gracia ingenua:

¡Oh Psiquis, oh mi alma: suena a son
moderno, a son de selva, a son de orgía
y a son mariano, el son del corazón![14]

Como recurso estilístico, López Velarde emplea la metáfora; sus imágenes vivas y sorprendentes, sin embargo, no pretenden interpretar la realidad para generar otra distinta, sino que sirven para profundizar en el contexto de su tiempo como en:

Soy el suspirante cristianismo
al hojear las bienaventuranzas
de la virgen que fue mi catecismo.[15]

Todos los que se han acercado con un afán de estudio a la poesía de López Velarde, entre ellos Phillips[16] o Villaurrutia,[17] hacen énfasis en la frecuencia con que las imágenes de flujo y reflujo, ida y venida: el péndulo, la balanza, el columpio, el trapecio, aparecen en sus poemas.

mostrar Un testamento

Puede decirse que El son del corazón es un testamento donde el poeta se empeña en volver a trazar las coordenadas de su corazón, practicando en carne propia una severa ironía ante la muerte. En “Gavota” esta actitud irónica adquiere un tono de confesión que solicita la piedad en  el castigo:

[...] no me castigues a mi cuerpo
por haber vivido endiosado
ante la Naturaleza
y frente a los vertebrales
espejos de la belleza.[18]

En “El sueño de la inocencia” resuena, entre la esperanza y la fe, el espanto ante el castigo y la reconciliación con el alma; también el reencuentro con su pasado en Jerez, de donde jamás salió el poeta, siempre estuvo ahí no en presencia física, pero sí en un vínculo de fe: 

Soñé que comulgaba, que brumas espectrales
envolvían mi pueblo, y que Nuestra Señora
me miraba llorar y anegar su Santuario.[19]

mostrar “La suave Patria”: poema sin linaje

En este libro destaca el poema más conocido de López Velarde: “La suave Patria”. Fechado el 24 de abril de 1921 se había publicado en el tercer número de la revista El Maestro, el 1º de junio de 1921Sobre dicho poema escribe Marco Antonio Campos en el ensayo “Actualidad de ‘La suave Patria’” de 1996:

El primero en su condición de poema sin linaje. En efecto: “La suave Patria” fue un alba espléndida, un punto eléctrico de inicio, pero no ha tenido descendencia a la altura del arte. No ha habido ni mañana, ni medio día, ni tarde, ni crepúsculo. Sus imitadores nos han castigado con una imaginería de aldea o una mexicanidad de aparador.[20]

“La suave Patria” fue escrito en víspera del centenario de consumación de la Independencia. Habían pasado el Porfiriato y los años de la Revolución. En 1921 era necesario imaginar otra patria: ni falsa ni rimbombante, ni salvaje ni convencional. Expresa López Velarde en “Novedad de la patria”:

El descanso material de este país, en treinta años de paz, coadyuvó a la idea de una Patria pomposa, multimillonaria, honorable en el presente y epopéyica en el pasado. Han sido precisos los años del sufrimiento para concebir una Patria menos externa, más modesta y probablemente más preciosa.[21]

mostrar Poeta que se mueve entre dos tiempos

Ramón López Velarde forma parte de una época considerada más auténtica que la anterior, depurada de superfluos elementos preciosistas e inútiles verbalismos. O, como concluye Allen W. Phillips en 1974, también puede colocársele como un poeta que se mueve entre dos tiempos: “es  López Velarde, a mi parecer, un poeta de transición entre dos épocas históricas: la modernista y la vanguardia […] De modo fatal es heredero del modernismo, pero su alejamiento de él es poco menos que obvio: rompe con la estructura y con el lenguaje modernista”.[22] 

mostrar Bibliografía

Campos, Marco Antonio, “Actualidad de ‘La suave Patria’”, en El tigre incendiado. Ensayos sobre Ramón López Velarde, Zacatecas, Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde”, 2005.

----,“López Velarde visto por José Emilio Pacheco”, en El tigre incendiado. Ensayos sobre Ramón López Velarde, Zacatecas, Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde”, 2005.

García Barragán, Elisa y  Schneider, Luis MarioRamón López Velarde. Álbum, México, D. F., Instituto de Cultura de la Ciudad de México/ Instituto de Cultura de San Luis Potosí/ Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde”Seminario de Cultura MexicanaUniversidad Nacional Autónoma de México, 2000.

Hernández Maldonado, Julio, Temáticas y recursos en la lírica de Ramón López Velarde, México, D. F., Universidad Autónoma de Nuevo León, 2004.

López Velarde, Ramón, “Novedad de la Patria”, en Obra poética, coord. y ed. crít. de José Luis Martínez, Madrid, Barcelona, Lisboa, París, México, Buenos Aires, Sao Paulo, Lima, Guatemala, San José, Santiago de Chile, Archivos de la Literatura Latinoamericana, del Caribe y África siglo xx (Colección Archivos; 36),1998.

----, Obras, comp. de José Luis Martínez, México, D. F., Fondo de Cultura Económica (Biblioteca Americana. Serie Literatura Moderna), 1990.

----, El León y la Virgenpról. y comp. de textos de Xavier VillaurrutiaMéxico, D. F., Universidad Nacional Autónoma de México/ Programa Editorial de la Coordinación de Humanidades (Biblioteca del Estudiante Universitario; 40), 2013.

Martínez, José Luis, "Examen de Ramón López Velarde", en Ramón López Velarde, Obras, comp. de José Luis Martínez, México, D. F., Fondo de Cultura Económica (Biblioteca Americana. Serie Literatura Moderna), 1990, pp. 9-59.

Paz, Octavio, “El lenguaje de López Velarde”, en Generaciones y Semblanzas. Obras completas, México, D. F., Fondo de Cultura Económica, 1995, vol. 4.

----, “El camino de la pasión”, en Generaciones y Semblanzas. Obras completas, México, D. F., Fondo de Cultura Económica, 1995, vol. 4.

Phillips, Allen W., Cinco estudios sobre la literatura mexicana moderna, México, D. F., Secretaría de Educación Pública (SepStentas;133), 1974.

Sheridan, Guillermo, Un corazón adicto: la vida de Ramón López Velarde, México, D. F., Fondo de Cultura Económica, 1989.

mostrar Enlaces externos

Campos, Marco AntonioEl tigre incendiado. Ensayos sobre Ramón López Velarde, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, (consultado el 30 de enero de 2012).

García Morales, Alfonso, “Ramón López Velarde y el sueño de la inocencia”, Magazine Moderna. Revista digital para los curiosos del Modernismo, (consultado el 2 de marzo de 2012).

Montaño Garfias, Ericka, “Un rescate bibliográfico. Oscar Chávez recupera El son del corazón, una joya literaria”, La Jornada, (consultado el 2 de marzo de 2012).


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