Es la sepultura del amor que, durante siete años, el narrador siente por una mujer morena a quien llama en secreto la Gran Infanta de Castilla.
Se descubre ahí a un Stalin joven que le regala un par de pistolas a su antiguo empleador, a Baltasar Brum de pie sobre el rellano de su puerta, en Montevideo, con un revólver en cada mano, unos segundos antes de su suicidio enigmático, los amores tumultuosos de Serguéi Esenin e Isadora Duncan, un duelo entre dos oficiales rusos en el sur de Cáucaso, otro duelo sobre el césped del estadio Charléty de Paris, una hermosa espía abatida a quemarropa en la Habana, la guerrilla de las tribus de Dhofar en el sur de la península arábiga… como si a nuestros irrisorios amores los acompañase siempre, como música de fondo, el chasquido de las armas de fuego.