No escatimarás apapachos a tu prójimo. Mandamiento contemporáneo que ha llevado a dejar entreabierta la puerta de nuestra intimidad. Ahora cualquier extraño tiene permiso de pasar y contagiarnos del buen ánimo y la ligereza suficiente para no perder nuestra sonrisa de cartón. Aun el cuarto de lectura está teñido del más vivaz de los colores: no hay mejor manera de leer, nos dicen los enjundiosos, que entresacando mensajes alentadores, los koan para una vida llevadera. Y sobre los autores, esos iluminados, es necesario saberlo todo, de preferencia sus bajezas. H. U. Gumbrecht y Antonio Ortuño, en dos ensayos coludidos, nos invitan a dar un portazo en las narices de la felicidad obligatoria y a recuperar el placer del desánimo.
“Los enunciados de Ortuño son, con abrumadora frecuencia, aforismos más o menos encubiertos, insultos pulidísimos, latigazos casi metafísicos, súbitas revelaciones sobre la condición humana.”
Rafael Lemus, Letras Libres.