La posibilidad de las palabras para transportarnos a otros mundos se vuelve real en la obra de Eugenio Mancera: un viaje sin más tiempo que el que nos van marcando las palabras, y lugares de los que sólo podemos encontrar rastro en la memoria del poeta. Ningún equipaje necesitamos para emprender este viaje, ¿mas cómo regresaremos de él? «¿Acaso el frío de la sierra o el viento de Majadahonda [nos] habrá vuelto diferente[s]?» Pero no son los lugares ni las cosas los que nos cambian; calles y ciudades de cualquier lugar del mundo son sólo un pretexto para hablar de la soledad, del dolor que nos provoca el recuerdo de lo que hemos dejado porque buscamos nuevas rutas que nos puedan llevar «de vuelta a la vida; de vuelta a la memoria recobrada».