«He venido al papel a dar cuenta de mis actos, para hacer público mi vicio de vivir, mi oficio. Porque creo y dudo ¿de qué? Perduro en la letra como una mariposa hipnotizada de luz, y quiero hundirme más en ella con obsesión de amante con la sinrazón del adicto. Contemporáneo de mi muerte defiendo a diente y garra el polvo que me cubre desde ahora, lo dejo por ahí en el camino, en la silla del bar, en la flama sexual, en el hastío… Se me da, no sé por qué azar, el refugio en el vértice de la noche arropado con mis años, asomado desde un trago a la suerte de la vida callejera, donde todo va como sin rumbo, como en fuga infinita. Extranjero en mi ciudad desde los ojos intento traducir los hechos de la gente que puebla espacios y actitudes… No aspiro a lo breve de los siglos, espero apenas, con gran espera, lo profundo del momento. Porque en un abrir y cerrar de ojos se sufre el placer, se llora cantando, eso también es lo cierto.»