Decir que México es el "escenario" de la sección final de Los años sin perdón es quedarse un poco corto. La "trama" gira en torno a serie de diálogos -repartidos en años y continentes- entre dos diligentes agentes de la Comintern, un hombre (D.,llamado Sacha) y una mujer (Daria). Los protagonistas de Serge, son, como él mismo, cosmopolitas e intelectuales revolucionarios rusos de la generación de la Revolución rusa, para quienes el significado de la vida consiste en integrarse a la historia. La figura de México -su paisaje, su pueblo, sus dioses, su antigua civilización- puede verse como una especie de deus ex machina que resuelve el conflicto e ilumina la novela en su conjunto.
Víctor Serge fue un gran pintor de "atmósferas" -la sensación de lugar y momento histórico-, en especial la atmósfera de las ciudades del mundo donde se residió. Las tres primeras secciones de Los años sin perdón sumergen al lector en las atmósferas del París de vísperas de la Segunda Guerra Mundial, de la "ciudad heroica" de Leningrado bajo el sitio nazi y del Berlín en ruinas por los torrentes de bombas estadounidense y británicas. La sección última titulada de manera sugerente "El fin de los viajes" deja atrás las ciudades devastadas por la conflagración en el Viejo Mundo y entra en la geografía y cosmogonía intemporales de México, para colocar la novela en un contexto más vasto.