[…] La maestra Matty vivió la confrontación de una primera generación de mujeres que nacieron en un mundo formado para cumplir su destino en el dulce y cómodo gineceo del hogar, y que se vieron obligadas a desenvolverse en un ambiente de retos y exigencias para superar su habitual timidez. Sin proponérselo, fue una pionera de la liberación femenina. Cuando en un foro sobre el tema se le preguntó su opinión, su verdad irónica y fina fue: «estoy tan cansada de ser liberada que me encantaría ser esclava».
Paralelamente a su desarrollo profesional, vivió el cuidado de su madre enferma y la separación de su hijo. En esta soledad surgieron sus poemas como una voz angustiada que necesita comprender su propia vida. Con el paso del tiempo llegaron la alegría de sus nietos y la servicial compañía de una hija adoptada; en sus versos se descubren los nuevos brotes de esperanza y de un nuevo sentido para la vida.
Ahora, a sus ochenta y tres años, ve con pudor la publicación de una obra literaria que nunca tuvo la pretensión de ser editada y que por eso mismo tiene el valor de serlo sin compromisos ni poses literarias.