El autor de este pequeño libro es catedrático de prosodia, métrica y tradiciones latinas, quizá por ello nos invita a descubrir el valor del latín, idioma de la antigua Roma del que derivan las lenguas neolatinas y romances, entre ellas el español. La considera como una lengua especialmente apta para la poesía y para el canto, y como parte del contenido traduce al latín fragmentos de poesías de los mayores vates de México: Ramón López Velarde, Sor Juana Inés de la Cruz, Amado Nervo, Manuel M. Ponce, Salvador Díaz Mirón, Manuel Gutiérrez Nájera, Luis G. Urbina, Alonso Castro Pallares y Jaime Sabines.
En lo que se refiere al canto, incluye la obra sinfónico-coral Carmina Burana, coros que, hasta hoy, siguen cantándose en armonioso latín medieval. Como apéndice, dentro de la tradición humanística que gusta de latinizar los cantos más amados, versifica la canción mexicana "Cielito lindo" y un fragmento del "Himno a la alegría".