Si el ascendente ocial en la poesía del Estado de México se corona en las cimas de Nezahualcóyotl y sor Juana Inés de la Cruz, una labor que distinga, en nuestros días, en una misma coordenada el género de los espíritus sutiles, el azar geográco, más la juventud, será poco menos que una utopía, quimera o espejismo.
Últimos coros para la Tierra Prometida eslabona las tres últimas generaciones de poetas nacidos o avecindados en el centro del país; persiste en el empeño y rigor de los penúltimos antologadores de la imposible novedad —de la literatura regional—, Alejandro Ariceaga y Guillermo Fernández; persiste en la misma curva en que se pierde la pregunta sobre el poema futuro y sus posibilidades. Y hay en estos coros un apego a lo simultáneo, un conjunto que, aunque diverso y discordante, no escapa al retrato de su implosión, en que más allá de límites, plazos o etiquetas sucede la poesía.
Además incluye textos de los siguientes autores: Aldo Robinson Von Butzmann Damm, Rodrigo Villaseñor, Fidel Velasco, Shain, Elianne Santiago, Vianney Maya, Luther Chávez, Diana Azcona Trejo, Jessica Caballero, Alfredo Díaz Chimal, Rocío Franco López, Josué Gayosso, Jared Hernández, Selene Hernández León y Juan Pablo Julia.