La pasión por el teatro, el gusto por encontrar obras de dramaturgos rusos y traducirlas, la necesidad de publicarlas y el placer de encontrarse en los mismos caminos del arte, llevaron a Selma Ancira y a Emilio Carballido a reunir una antología de teatro ruso para publicarla en 7 de Rusia a la URSS.
En su infatigable labor de publicar obras de teatro, Carballido ha dado a conocer en la revista Tramoya diversos ejemplos de la escuela rusa, una de las más significativas en la dramaturgia mundial, gracias al empeño y estudio sobre el tema que ha desarrollado Selma Ancira a lo largo de 20 años.
De acuerdo con su selección, Ancira y Carballido presentan en este volumen las siete obras que más les han gustado desde que han tenido contacto con el arte teatral ruso: El convidado de piedra de Alexandr Pushkin; La tormenta de Alexandr Ostrovski; Iván Vasílevich de Mijaíl Bulgákov; Lagartija de Alexandr Volodin; En casa ajena de Liudmila Petrushévskaia; Una comedia a la antigua de Alexéi Arbúzov y Querida Elena Serguéievna de Liudmila Razumóvskaia.
Todas ella han sido montadas con gran éxito como el caso de Lagartija y La Tormenta que se han presentado en nuestro país, y las cinco restantes, en España, gracias a las traducciones aparecidas en Tramoya.
Escribe Emilio Carballido: “Selma Ancira hace el milagro de traducir del ruso y de otros varios idiomas; notamos enseguida qué tan buena escritora es. En ella se destaca ese asombroso don: conserva grandes virtudes y dificultades del escritor, que cambian de forma pero se mantienen las mismas. Cada autor es distinto y ella tiene la virtud de cada uno para gozarlo”.
Selma Ancira estudió filología rusa en la Universidad Estatal de Moscú, donde se especializó en literatura rusa del siglo XIX. Con su gran sensibilidad y ese don especial de descubrir obras para traducirlas al español, nos entrega historias que nos hacen comprender que la condición humana no está limitada por las fronteras ni difiere mucho a pesar de las idiosincrasias.
Subraya Carballido: “Selma es una autora que comparte con los autores originales la dicha de existir en cierto modo; que refleja la atmósfera de su país, de su momento, mostrándolos muy nuestros, entregándolos a que lo leamos en nuestro mexicano, que es la manera sutil como convive el español en este continente”.
Ancira, quien prácticamente vivió tras bambalinas, pues su padre fue el notable actor Carlos Ancira, también realizó estudios de lengua y literatura griegas en la Universidad de Atenas. En 1980, con la lectura de las cartas que en 1926 se cruzaron Rainer Maria Rilke, Borís Pasternak y Marina Tsvietáieva, descubrió su vocación y las tradujo al castellano porque “no podía no traducirlas”. Ha traducido un gran número de obras de teatro de distintos autores rusos y griegos, la mayoría de las cuales se han publicado en la revista Tramoya. Recientemente, la Universidad Veracruzana le publicó la excelente novela Loxandra, de María Iordanidu.
En las siete historias que eligieron por puro placer Selma Ancira y Emilio Carballido para presentarlas en esta publicación, podemos ver un panorama muy amplio del teatro ruso que va desde el clásico Pushkin hasta Razumóvskaia pasando por las épocas zaristas, soviéticas y postperestroikas. Prácticamente abarca dos siglos.
En El convidado de piedra de Alexandr Pushkin, nos encontramos con un episodio clásico de Don Juan y sus eternas historias románticas juzgadas desde el más allá; La tormenta de Alexandr Ostrovski, de la cual Dagoberto Guillaumin realizó un montaje memorable a esta obra romántica; Iván Vasílevich de Mijaíl Bulgákov, es una obra divertida con una imaginación desbordada donde Iván el Terrible aparece en escenarios inimaginables; Lagartija de Alexandr Volodin, que prácticamente por esta obra el destino conecta a Selma Ancira con Emilio Carballido; En casa ajena de Liudmila Petrushévskaia se desarrolla un triángulo dramático entre padre, madre e hija; Una comedia a la antigua de Alexéi Arbúzov, que nos recuerda las clásicas historias de amor que se desarrollaban en el cine y Querida Elena Serguéievna de Liudmila Razumóvskaia que nos revela un mundo hiperrealista del “mundo perfecto” corroído por la corrupción.
En suma, podemos encontrarnos con un teatro construido por realidades que no nos son ajenas bajo esa labor invisible, imperceptible, de la traducción de Selma Ancira, que acaba por envolvernos en estas obras que terminan siendo entrañables.
Por Germán Martínez Aceves