Elizabeth Vivero ha creado en este su primer libro pequeñas esferas, universos compactos en los que la imaginación desata los nudos de la cordura de sus personajes; y no porque se trate de una colección de relatos en los que la insania reine, sino porque a través de motivos ocultos o perturbadores, el arte de narrar se va desarrollando igual que transcurre la existencia de un ser vivo, con múltiples detalles y variados accidentes, gracias a los cuales, suavemente, la lógica es trastocada entre líneas y la singularidad de la vida propia de cada relato se muestra de este modo, plenamente.
Este libro de imaginaciones, este cuerpo palpable que el lector ahora toca con sus manos, es el fruto de una vocación, es el cuerpo concreto que ha tomado el deseo de una mujer que escribe para comunicar los compactos mundos que le nacen no como ejercicios de caligrafía, sino como hechos de vida, como inquietantes respuestas a sus preguntas vitales.