Tres poetas muy jóvenes realizan su práctica de vuelo en este libro. Ante el espectador, acaso ahíto de sí mismo, estos tres autores despliegan sus trayectorias y evoluciones discursivas que van siempre hacia su propio centro. Aunque la conciencia formal de estos poetas es incipiente, se desprende de una buena amistad con la literatura que no les preocupa confesar, no les atemoriza continuar. Éstos son poetas que leen a otros escritores con placer y que se leen a sí mismos con desconfianza, de éstos practicantes de la duda que cada vez hacen más falta. Karla Gamboa tiene 21 años, Silvia Hernández Rivas, 24, y Billy Peña Sosa apenas 20. Su práctica de vuelo es tanto más rica en posibilidades de transformación futura, cuanto que han sujetado su expresión al rigor formal antes de dejarla expandirse por los vericuetos de la experimentación.