La novela de Malcom Lowry Bajo el volcán, una de las obras narrativas de lengua inglesa más importantes del siglo xx, no ha dejado de atraer a la ensayística y a la investigación literaria. En el caso de los escritores mexicanos, Lowry y su novela son punto de referencia en la búsqueda del lenguaje estético y, a la vez, de una identidad que pasa por los meandros del espíritu de una modernidad desolada; la confrontación de este espíritu con el de una cultura distinta, capaz de encarnar uno de los tantos mitos de la civilización occidental, aporta los rasgos de una terrenalidad insondable que Lowry viviera como una suerte de lucidez y conmoción creativas. Pero tal confrontación sigue alimentando nuestras preguntas en torno a la identidad y los mitos propios. Ya con motivo de la primera edición de este ensayo, Dietrich Rall expresaba: “En esta nueva lectura de la obra mayor de Malcom Lowry, Carlos Antonio de la Sierra aplica recursos críticos actuales que hacen resaltar algunas de las vertientes polifacéticos de Bajo el volcán. La imagen de México y más especificaciones de Quauhnáhuac, la Cuernavaca de los años treinta, se presenta a través de un acercamiento imagológico. El apoyo en estudios poscoloniales, concretamente de Edgard W. Said, le permite arrojar luz sobre la oscuridad que rodea al cónsul Geoffrey Firmin, 'hombre neutro pero diferente'. Por otra parte, la reflexión sobre la omnipresencia de la alteridad en la obra le permite terminar el análisis de Bajo el volcán en la definición del otro como 'causante de la fatalidad y lo otro como sinónimo del infierno'.”