Las cosas, como todos los textos de la China Mendoza, está llamado a ocupar un lugar de preponderancia entre la prosa mexicana contemporanea. En este libro la autora del libro, Con Él, conmigo, con nosotros tres y De ausencia se lanzan ademas en el terreno de la ilustración y nos provoca grandes y constantes sorpresas.
Un perro no es una cosa. El amor no es una cosa. Los suspiros no son cosas. Tampoco tenerte es una cosa. Las cosas tienen su alma particular. Se dan a desear. Un día están y otro no. Se pierden como un castigo. Las llaves, la peineta. El vuelto. El telefonito. Aparecen porque uno le reza a san Pafnuncio. A veces han sido causa de divorcio. Otras, suicidios. A mí las cosas me gustan mucho. Tienen un alma jocosa como de la comedia del arte. Son capaces de ocultarse cien años y aparecen, magia, como obras de arte. A veces lo único pretendido es el buen gusto, para que uno ignore el traje rojo y escoja el negro. Punto.
Hay de pérdidas a pérdidas. Lo que sucede es el pecado pagadero: si cometo la falta pierdo al marido, el brazalete o el perro bienamado. Así cuestan. Las cosas tienen almita. Allí están tan quitadas de la pena, pero si las buscas a gritos se ocultan más, si lloras, aún más, y si te suicidas… es tu problema. Me encantan las cosas. El peine, la mecedora, el sofá, los jabones y las servilletas bordadas.
Cuando las cosas dejen de fascinarme: las agujas, los hilos de colores, el tupé del abuelo y la vieja almohada larga de mi hermano, habré llegado al final. Porque el encanto de las cosas es absolutamente sagrado e inocente. Y si no díganme qué es más útil en la vida que un palito de paleta helada…
Me llamo María Luisa Mendoza Romero. Nací en la iridiscente ciudad de Guanajuato. Desde mis choznos, duermo en el D.F. pero en verdad vivo donde vine al mundo. Soy escritora y periodista. Amo vivir y a los perros. Tengo muchos premios importantes que me ha otorgado mi país, mi estado, sobre todo; menos el Villaurrutia. Cuando me muera. Escribo, no sé hacer otra cosa. Suplico leerme y ser feliz.
MLM