Enciclopedia de la Literatura en México

Polémica: modernismo (1897-1898)

A decir de Luis Mario Schneider, la polémica alrededor de los modernistas, a finales de 1897 y los tres primeros meses de 1898, es la verdadera génesis del más importante órgano de difusión del modernismo latinoamericano: Revista Moderna.

Terminada la polémica, en marzo de 1898, los modernistas fueron reconocidos y decidieron manifestarse como grupo “rechazando o aprobando colectivamente sus acciones”.

La polémica de los modernistas consistió en una serie de artículos publicados en El Mundo, El Nacional y El Universal en los que se debatió la estética del modernismo en México. Esta polémica estuvo centrada en las opiniones que, por una parte, Victoriano Salado Álvarez, escritor jalisciense, tenía sobre el modernismo y, por otra, en la defensa que Amado Nervo, José Juan Tablada y Jesús Valenzuela hacían de una estética que nacía fuerte.

La publicación en 1897 del libro titulado Oro y Negro, de Francisco Modesto de Olaguíbel, será el detonante de la polémica. Oro y Negro fue el primer libro de poesía del autor. Algunos poemas fueron explícitamente dedicados a integrantes del círculo modernista: Carlos Díaz Dufoo, Ciro B. Cevallos, Bernardo Couto Castillo, Alberto Leduc, José Juan Tablada, Balbino Dávalos, a la memoria de Gutiérrez Nájera. El prólogo corrió a cargo de Amado Nervo. El libro fue recibido con júbilo entre los escritores modernistas que daban la bienvenida al joven provinciano a las letras mexicanas.

Victoriano Salado Álvarez recibió en Guadalajara, donde residía, un ejemplar de Oro y Negro enviado por el autor. Salado Álvarez escribió una carta a Amado Nervo en la que “juzgaba desdeñosamente el libro y se lanzaba contra los modernistas”. También pedía a Nervo hacer público el contenido de la misiva en el periódico El Mundo.

Al respecto, Luis Mario Schneider opina que aparentemente Salado Álvarez buscaba polemizar, ya que no se limitó a enviar un texto privado a su autor, sino a solicitar a Amado Nervo que publicara la carta en El Mundo. En dicha carta, aparecida con el título “Los modernistas mexicanos. Oro y Negro", el 29 de diciembre de 1897, Salado Álvarez escribió: “Olaguíbel es flor y espejo, cifra y compendio de la flamante escuela decadentista, que posee un ingenio muy claro y muy sutil, que se halla equivocado en sus procedimientos literarios”.

Para Salado Álvarez el decadentismo era reproducción poco bella y extravagante: “es el estado de un ser o institución que, después de haber llegado a su apogeo, en virtud de algún fenómeno histórico o por causas ignoradas baja de su primitivo nivel”.

Según Luis Mario Schneider, la influencia que Salado Álvarez tenía de las teorías de Hipólito Taine, en especial sobre la literatura como reflejo de la sociedad, lo llevaban a discurrir sobre el estado de la sociedad y el reflejo que de éste hacían los modernistas en sus versos decadentes.

Salado Álvarez insta al joven Olaguíbel a dejar ese camino estético que nada tiene que ver con su país. Además de injuriar el movimiento modernista mexicano, el escritor jalisciense incluye en la carta una alusión específica a un libro publicado por Nervo.

Amado Nervo capta dicha alusión y contesta con enojo la carta enviada por Salado Ávarez. En El Mundo, el 2 de enero de 1898, aparece un artículo titulado “Los modernistas mexicanos. Réplica”. En él, Nervo, en su intento por argumentar la teoría de Taine, cometerá un error que será después señalado por Salado Álvarez. Luis Mario Schneider dice: “No será precisamente Nervo, que confunde el medio social de Hipólito Taine con el medio intelectual, quien rebatirá el desacuerdo, injustificado para Salado Álvarez, de la presencia de una estética decadente en una sociedad en proceso formativo”.

No obstante, en otros puntos del artículo, Nervo defiende con conocimiento, desde el punto de vista teórico, la posición de poesía modernista además de los antecedentes del medio literario mexicano. También habló de la genialidad y argumentó a favor de Mallarmé, Poe, Baudelaire, San Juan, argumentando que si los genios más grandes de la humanidad eran unos extraviados, él encontraba honroso extraviarse con ellos. Nervo defiende la estética del modernismo y privilegia sus principales funciones: “los símbolos y las relaciones entre ellos”.

Salado Álvarez contestará el 16 de enero de 1989 en el artículo “Los modernistas mexicanos. Réplica a Amado Nervo”, publicado en El Mundo. Aquí, Salado Álvarez reprocha a Nervo falsas interpretaciones de su parte respecto de las teorías de Taine e insiste en que el decadentismo no responde al comportamiento nacional. Tacha la nueva escuela de snob, imitativa, falsa y ficticia.

Antes de una nueva respuesta de Nervo, Tablada y Jesús Valenzuela escribirán dos artículos en defensa del modernismo. Los días 9 y 16 de enero aparece en El Nacional, en dos partes, un artículo de Juan José Tablada llamado “Los modernistas mexicanos y Monsieur Prudhomme”. Tablada afirma no extrañarle la actitud de Salado Álvarez respecto de Oro y Negro y dice haberla esperado. Él mismo había sufrido aquellos ataques al iniciar sus prácticas estéticas novedosas. Reprocha, no obstante, el jalisciense, tildar a todos los poetas de decadentistas. Afirma que Salado Álvarez “deja sentado que los modernistas somos decadentes y después de esto nos quiere hacer pasar como por un harnero por la teoría que Bourget ha aplicado a Baudelaire y a los De Goncourt; naturalmente nos quedamos en el harnero y no pasamos de ahí; pero eso no porque la teoría sea mala, sino por una razón muy sencilla: porque no somos decadentes". Tablada muestra en su carta su enojo y desdeña la estrecha opinión que Salado Álvarez tiene sobre la literatura moderna. Según Tablada, el escritor jalisciense demuestra su profundo desconocimiento sobre teoría poética y “razona menos y denigra más; las razones le faltan pero los denuestos le sobran”.

Victoriano Salado Álvarez no contesta jamás este artículo. Más tarde, en una carta enviada a Nervo, hará algunas alusiones sobre el escrito de Tablada, alegando poca cortesía y cierto lenguaje soez.

El 30 de enero de 1898 Nervo publica en El Mundo “Los modernistas mexicanos. Réplica a Victoriano Salado Álvarez”. En este artículo Nervo se preocupa por distinguir entre modernismo y decadentismo. El decadentismo ha muerto según Nervo, pero su importancia fue radical en la evolución literaria. Fue un grito de rebelión contra la monotonía “desabrida del lloro romántico”, contra los moldes parnasianos y “el antiestético afán de análisis naturalista”.

Nervo comparte con Geoffroy “que la anarquía regular es el porvenir de la humanidad”, que “las contradicciones de las leyes de la naturaleza en el orden físico constituyen el milagro, y la contradicción de los viejos preceptos retóricos posibilita el prodigio artístico, anulando a Taine y fecundando la inmortalidad del símbolo”. Para Nervo, el modernismo no es una escuela sino un movimiento en el que cada artista se define en su individualidad: “Tablada lleva a él sus satanismos dolorosos y Olaguíbel sus formas aristocráticas, Balbino sus excelsas sutilezas y Crio su pujante verbo nuevo; Couto el conflicto moral de su alma refinada, y yo mi hostia roja para oficiar en el ara del ideal arcaico; mas todos amamos el Símbolo, lo creemos santo, divino y esto nos hace hermanos”.

El 24 de febrero Salado Álvarez replica a Nervo en El Mundo, en la nota titulada “El modernismo en el arte”. Dice sobre la nota anterior de Nervo: “[...] deliberadamente envuelve su pensamiento en alegorías, lo oculta tras de símiles, lo disfraza con lenguaje apropiado; sin que por esto pueda decirse que la tesis sea siempre transcendental ni la obra duradera”. Salado Álvarez defenderá la poesía nacionalista con argumentos que deponen el valor de una estética que nada tiene que ver con la realidad del país. Para Salado Álvarez el modernismo ni siquiera es actual en México.

Nervo contesta brevemente, y da por terminada la polémica, en un artículo titulado “Los modernistas mexicanos. Últimas palabras”, del 25 de febrero en El Mundo. Extrae dos conclusiones: primera, que Salado Álvarez ha logrado notoriedad pública; y la segunda, que es posible polemizar “sin descender a la bellaquería del insulto”.

Entre la comunicación de Nervo y la respuesta de Salado Álvarez, Jesús Valenzuela publicó un artículo en el mismo sentido, dirigido a Salado Álvarez, el cual fue contestado por el jalisciense. El artículo de Valenzuela se publica el 26 de enero de 1898 en El Universal y se titula “El modernismo en México”. Según Valenzuela, Salado Álvarez malinterpreta a Hipólito Taine. Para Valenzuela parece no haber confusión, cuando dice: “El medio intelectual nuestro y de ello llevamos tiempo es puramente francés”. Valenzuela asevera que: “España dejó de ser nuestra madre intelectual desde la propagación de la enciclopedia por Feijoo, para no decir francamente que España no ha estado en condiciones de enseñar algo nuevo, desde hace siglos, ni en Ciencia ni en Filosofía [...]. Ya al proclamarse la independencia, España inoculada de francesismo, nos había mostrado por sí misma el camino del París intelectual”. Además, Valenzuela se pregunta ¿cuáles son las razones por las que los modernistas no pueden utilizar los procedimientos de Verlaine o de Regnier? Respecto del reproche de la moral modernista, dice Valenzuela: “Todo es relativo y la Moral más que Todo. Hace cien años, no inmorales obscenos hubieran sido casi todos los actos hablados o practicados hoy en la vida de sociedad”.

Antes de la respuesta de Salado Álvarez, José Juan Tablada escribe en sus “Notas de la semana", en El Nacional del 29 de enero: “El poeta Jesús E. Valenzuela ha publicado en El Universal una carta que me hace el favor de dirigirme. Queda en ella zanjada la cuestión de los ‘modernistas mexicanos’. Esa epístola erudita y sembrada de ideas sólidas y de luminosas imágenes ha sido un servicio hecho al Arte Joven, una derrota para los críticos de la edad de piedra y un brillante triunfo para el inspirado y vigoroso poeta que es su autor”.

El 25 de febrero Victoriano Salado Álvarez contestará a Valenzuela en un artículo titulado lo “Los modernistas mexicanos. Réplica al Sr. D. Jesús Valenzuela”, publicado en El Universal. Más que refutar a Valenzuela, Salado Álvarez muestra humildad y lanza cuestionamientos sobre conceptos que considera necesario aclarar. Se regocija por la respuesta erudita y documentada y se complace de recibir trato amable y no, refiriéndose a Tablada, trato descortés y grosero". Salado Álvarez muestra su disgusto ante lo afirmado por Valenzuela respecto de que los modernistas proceden directamente de las teorías de Gabino Barreda: “Si los jóvenes que traen la mala nueva modernista fueran los renuevos del árbol que don Gabino cultivó, con tanto esmero, tendríamos que confesar que la destrucción de la obra del Maestro había sobrevenido más violentamente que la del imperio de Clodoveo, quien después de haber esgrimido la flama victoriosa dejó descendientes lánguidos y afeminados que no recordaban su noble origen sino por luengos cabellos y la florida barba [..]”. Salado Álvarez reitera que la sociedad nacional lleva vida normal y ordinaria y no experimenta la desazón de los modernistas y reconoce que la obra modernista “enriquece el Diccionario”.

La respuesta de Valenzuela sería muy extensa y completa. Publica el 4 de marzo de 1898, en El Universal, un artículo llamado “Los modernistas mexicanos”. Habla de la desaparición de Dios en la ciencia, la doctrina de Barreda y su valor, el interés por la investigación en México y deduce: “Creo que morirá la rima y que el porvenir es del ritmo, lo creo firmemente; y hacia esa transformación va arrastrando el nuevo procedimiento lírico”.

Valenzuela utiliza los argumentos de Salado Álvarez para destruir su crítica sobre el modernismo. Salado Álvarez confiere suma importancia al hacer y deshacer de los modernistas a lo que Valenzuela dice: “Pues henos aquí con que por poco hacen o deshacen el mundo esos decadentistas. Y sin embargo, esos decadentistas son blagueurs mentirosos, enredadores, farsantes, cursis, flatos de seso y hasta sifilíticos [...]”.

Con esta carta terminan los enfrentamientos personales. El grupo será reconocido como tal e iniciará acciones en conjunto.

En una carta dirigida a El Nacional el 16 de abril, se inserta una epístola –redactada el 9 de marzo– firmada por Francisco Modesto de Olaguíbel, Ciro B. Cevallos, Amado Nervo y Bernardo Couto Castillo, dirigida a Manuel Caballero, en la que renuncian a colaborar en la Estrella Occidental.

Los modernistas estaban decididos a manifestarse como grupo.