2015 / 05 dic 2017
Aunque antes la autora ya había publicado poemas en revistas y periódicos, Trayectoria del polvo es considerado el libro inaugural en la poesía de Rosario Castellanos. Editado en 1948 bajo el sello Costa-Amic, dentro de la colección El Cristal Fugitivo, Trayectoria del polvo está constituido por un solo poema, dividido en diez partes de diferente extensión. Los metros predominantes son el endecasílabo, el heptasílabo y el alejandrino. Los versos describen el proceso de creación de un yo que a veces se integra a elementos de la naturaleza; otras, reflexiona y se cuestiona sobre las inquietudes propias de una mujer naciente, que deja atrás la adolescencia para reconocerse en la palabra gracias a la poesía. En otros momentos el poema se dirige a un tú indefinido.
El libro está precedido por un verso de Paul Valéry que da cuenta del carácter de umbral que el poema significa en la trayectoria poética de Castellanos: “Entre el advenimiento y el vacío”; y también alude a la circularidad del texto, en tanto que el polvo cobra forma y luego se desintegra. Como casi todos los libros de la poeta chiapaneca, fue reeditado en Poesía no eres tú (1972).
Con una timidez señalada por varios de sus biógrafos, Rosario Castellanos dio a conocer sus primeros poemas entre un grupo de amigos, también artistas e intelectuales, cuyo punto de unión era la revista América y su pertenencia a la Facultad de Filosofìa y Letras. Convivió entonces con Dolores Castro, Luisa Josefina Hernández, Emilio Carballido, Sergio Magaña y Jaime Sabines, todos ellos escritores en ciernes. A este nutrido grupo se sumaban escritores hispanoamericanos como Ernesto Cardenal, Ernesto Mejía Sánchez, Tito Monterroso y Otto-Raúl González, quien editaba la colección El Cristal Fugitivo al que pertenece su primer libro de poesía.
Trayectoria del polvo da cuenta de las primeras inquietudes y lecturas literarias de Castellanos, así como del momento vital por el que pasaba la escritora. El mismo año de la publicación de este libro, la poeta pierde casi a un tiempo, a su madre, por causa de cáncer y a su padre, víctima de un paro cardiaco. Esta experiencia de soledad, de enfrentamiento doloroso ante la muerte de seres queridos, se refleja en algunos versos del poema. Dice la poeta a Beatriz Espejo, en una entrevista recogida por Perla Schwartz: “[...] Todo a mi alrededor era confuso. La poesía era un intento de aclarar las cosas, de ordenarlas y entenderlas”.[1] Las dudas existenciales de la joven se resuelven en la palabra. En efecto, una de las lecturas posibles de este poema es como un viaje íntimo que lleva al yo lírico a imaginar el proceso de la creación del mundo y termina con el anuncio de la muerte de la poesía.
Permitid que florezca.
Es la última pasión, la última hoguera
crepitando en la nieve.
Dejadla que respire.
En sus escombros pacerá la muerte.[2]
En el primer apartado, alude por medio de varias analogías al nacimiento y, en menor medida, a la infancia. “Me desgajé del sol [...] / Era entonces muy menos / que un río desenvolviéndose [...] / Era el alba sin sexo / La edad de la inocencia y del misterio”.[3] Pero más que una infancia como etapa en la vida humana, se refiere al momento de las palabras titubeantes, al mundo donde el yo poético habita lejos de la poesía. “[...] y cuando yo decía la tierra, era la tierra / desnuda de metáforas, infancia / recién inaugurada”.[4] Castellanos asimila de este modo su infancia al tiempo del origen, según la tradición católica, en que el mundo se hizo por medio de la palabra y del polvo; también alude al momento previo de la escritura poética.
Algunas de las primeras lecturas de Rosario Castellanos fueron de la poesía de Rubén Darío, a quien reconocemos en el pulido, aunque en ocasiones falto de expresión, alejandrino que compone la mayor parte del poema. En cuanto al contenido notamos la presencia de José Gorostiza, con Muerte sin fin, cuyos versos, a decir de Germaine Calderón, “[...] nutren de ojos y luces la poesía de Rosario [...]”.[5] Sin embargo lo que en el veracruzano es la sublimación de su obra, en la chiapaneca es apenas balbuceo encasillado en las formas métricas y en la metáfora que viene, no tanto de la experiencia poética como de la investigación libresca. Castellanos misma advierte que “[...] leí Muerte sin fin, que me produjo una conmoción de la que no me he repuesto nunca. Bajo su estímulo inmediato, aunque como influjo no se note, escribí en una semana Trayectoria del polvo”.[6]
A pesar de las limitaciones señaladas por la propia autora, este primer poemario contiene y define varias de las líneas temáticas que serán nodales en su obra creativa posterior.
Entre el silencio y el canto del caracol
En el poema la vivencia del yo lírico juega un papel trascendente en la configuración poética del texto. Castellanos trasciende el plano confesionalista o de queja que se había atribuido a la poesía hecha por mujeres en las primeras décadas del siglo xx: en su obra las experiencias vitales son poetizadas en busca de una respuesta. Este gesto puede ser producto de su formación como filósofa –para Germaine Calderón este libro está “influido por la filosofía platónica”–; aunque los Contemporáneos, entre ellos Gorostiza, vislumbraron en la poesía una forma de conocimiento.
“La adolescencia es plena de latencias ocultas / y raíz laboriosa como el junco”,[7] nos dice el poema luego de tres estrofas donde se ensaya un primer acercamiento a esta etapa, llena de posibilidades literarias. La poetización de la adolescencia, en tanto novedad del mundo para el individuo, es vista como una experiencia reflexiva, ávida de autoconocimiento: versión interior de la “marcha de Narciso”.
La voz poética descubre ante todo a la mujer hecha de palabras, sobre todo las que signan el destino: “[...] mujer, voz radical que hipnotizaba / en la garganta de Eva”. Búsqueda interior que culmina “[...] en la órbita / concéntrica y total de la palabra / y era la musical delicia de la gota / incorporando al mar de canto sin fronteras / su mínimo sonido de caracol vibrando”.[8]
De la soledad planteada en el primer apartado hallamos una comunión con el tú indefinido al que, por momentos, se dirige el poema: “Eres como nosotros. Anda, ven y bailemos. / ¡Alegría! ¡Alegría! / ¡La ciudad se desposa de noche!”[9] Esta alianza es posible gracias al canto, no en vano se vale del caracol, que en las culturas prehispánicas remite a la música, y con ello alude al ritmo primigenio. Más allá de este rasgo, el caracol también es una metáfora usual del sexo femenino, de la capacidad creativa que entraña el cuerpo de la mujer joven. Caracol, palabra y sexo rompen la albura silenciosa del primer apartado.
Luego de la reconciliación con uno mismo, viene el encuentro y con éste la fiesta. “Vamos a ella cantando y sonriendo. / Vamos todos a ella cogidos de la mano / como quien sale al campo a cosechar claveles”.[10] La ciudad, vestida de galas y plena de guirnaldas, es el espacio que recibe a los recién llegados. El yo poético se desborda en preguntas, cuyo único anhelo es el de conocer el mundo circundante. El primero en contestar es el Viento, pero sólo para aclarar que él no puede responder desde su eterno giro. El mar, “movimiento / que recomienza siempre”, tampoco responde.[11]
En esta búsqueda laberíntica, el yo poético interpela a la “R-i-s-a, B-u-r-l-a, I-r-o-n-í-a”, que no lanza una respuesta sino un reto: “Tú, adivina quién soy, corre y alcánzame. / Adiós, adiós, / cantarito de arroz”.[12] La mención de estos tres aspectos del humor en el poema, más la pequeña charada, señalan uno de los rasgos característicos de la obra de Castellanos, no sólo de su poesía, sino de su prosa: la ironía. Sin embargo, lo que Nahum Megged describirá como un largo camino a la ironía al estudiar la obra de la poeta chiapaneca, en Trayectoria del polvo es tímido paso.
El poema resuelve la carencia de respuestas mediante el mito, otro rasgo esencial de la poesía de Castellanos. No obstante los personajes míticos –Dionisio, Salomón, Proteo–, aparecen en el texto sin la fuerza expresiva y la compenetración vital que hallamos en “Lamentación de Dido”, considerado por algunos críticos –José Joaquín Blanco–, uno de los mejores poemas de la autora.
La línea cronológica que se había mantenido en las cuatro primeras partes del libro, se rompe en la quinta en la que expresa una serie de cuestionamientos que no tienen respuesta. En los apartados vi-x es donde con mayor hondura entrevemos lo que Perla Schwartz señala como la característica de este primer poemario: “Es un conjunto de versos donde el dolor halla cauce para desembocar en la sublimación, las heridas cicatrizan”.[13]
El sentimiento de orfandad provocado por la muerte de sus padres, queda retratado en la siguiente estrofa: “Aquí me quedaré llorando como el fruto / derribado a pedradas / de la copa del árbol y su sustento”.[14] La irrupción de la muerte en la vida de la poeta la sume en una desgarradora conclusión en torno a ese hecho inevitable: “Y no podemos escapar viviendo / porque la Vida es una de sus máscaras”.[15]
El desconsuelo alcanza su tono más álgido cuando afirma: “Sabed que la esperanza nos traiciona / y que es la compañera de la muerte”.[16] En cierto modo, la segunda mitad del poema puede ser vista como el dilema entre elegir la muerte y la esperanza, esta última como metáfora de la vida, o de los motivos necesarios para vivir.
Hacia el final de la Trayectoria entrevemos, a pesar del polvo de la retórica, uno de los puntos más interesantes del libro, por su carácter inaugural en la obra de una de las escritoras más importantes de la literatura mexicana. “Las palabras poéticas constituyen el único modo de alcanzar lo permanente en este mundo”,[17] dice Castellanos a Carballo, para explicar su decidida permanencia en el ámbito poético.
La “Poesía” aparece al final de la confusión y el dolor planteados en el libro como una entidad inasible. “Les dice un día fantasmas y otro les dice juego / pero el nombre secreto en el que se refugia / como en la magia o en el sortilegio, ese nombre es el nombre impalpable de Poesía”.[18] Las fallas del poema señaladas por la propia autora en la entrevista con Emmanuel Carballo se compensan por la potencia que engendran versos como éstos, cuya madurez es notable en su obra posterior.
Trayectoria del polvo abre dos puertas en la literatura. Por un lado porque supone la piedra angular de la poesía de Castellanos, y por otro lado porque es una de las primeras publicaciones con voz femenina. Para Perla Schwartz “[...] marca el surgimiento de una voz liberadora para la mujer en México. Una voz que siempre se proyectará clara, sin estancarse en el llanto o en el silencio”.[19]
Trayectoria del polvo, primer libro de la poeta chiapaneca, tiene en potencia las virtudes que luego se desplegarán en el resto de su poesía. Rosa Sarabia, en su estudio comparativo entre la poesía de Castellanos y Luisa Futuransky, apunta:
La poesía de Castellanos (1925-1974) nos da una imagen clara de la progresión que va de una primera poesía subjetiva, sentimental, acompañada de un uso de la retórica poética acorde con la tradición metafórica y sonora, a una última despojada de toda ella o lo que es más importante [...] un uso particular de lenguaje coloquial que acompaña la erección de una voz femenina, de una hablante con protagonismo de sujeto.[20]
En efecto, en Trayectoria del polvo las fuertes imágenes, los expresivos versos tienen una calidad tal que trascienden el tono grandilocuente. Castellanos, siempre rigurosa en sus juicios, en Los narradores ante el público examina más tarde su obra y dice al respecto del proceso de construcción: “[...] me sucedía con frecuencia que llegaba al final del poema sin haber sabido con precisión qué era lo que me había propuesto decir o diciendo algo exactamente contrario a mi propósito inicial”.[21]
Como el resto de su obra poética, este primer libro no ha merecido la atención de la crítica, más enfocada en la labor narrativa de la chiapaneca. Los estudios sobre su poesía son primeros acercamientos al tema o reflexiones de carácter impresionista, también abundan los artículos que buscan en el texto vínculos con la vida de la autora o con sus ideas calificadas como feministas. No obstante lo valioso de esta labor crítica, cabe apuntar que la obra poética de Castellanos, particularmente Trayectoria del polvo, entraña todavía elementos de análisis que enriquecerán el conocimiento de la poesía mexicana contemporánea.
Calderón, Germaine, El universo poético de Rosario Castellanos, México, D. F., Universidad Nacional Autónoma de México/ Instituto de Investigaciones Filológicas/ Centro de Estudios Literarios (Cuadernos del Centro de Estudios Literarios; 9), 1979.
Castellanos, Rosario, "Entrevista a Rosario Castellanos", por Emmanuel Carballo, en Protagonistas de la literatura mexicana, México, D. F., Ediciones del Ermitaño/ Secretaría de Educación Pública (Lecturas mexicanas; 48), 1986, pp. 519-533.
----, "Rosario Castellanos", en Los narradores ante el público, México, D. F., Joaquín Mortiz, 1966.
----, "Trayectoria del polvo", en Poesía no eres tú, 4ª ed., México, D. F., Fondo de Cultura Económica (Letras Mexicanas), 2012, pp. 17-29.
Megged, Nahum, Rosario Castellanos: un largo camino a la ironía, 2ª ed., México, D. F., El Colegio de México (Jornadas; 102), 1994.
Ortiz y Ortiz, Raúl, “Introducción a la Poesía de Rosario Castellanos”, en El imperio de la armonía y otros ensayos, Cuernavaca, Instituto de Cultura de Morelos, 2012, pp. 43-54.
Reyes Nevares, Beatriz, Rosario Castellanos. s. e., 1973.
Sarabia, Rosa, Poetas de la palabra hablada: un estudio de la poesía hispanoamericana contemporánea, Gran Bretaña, Antony Roweltd (Colección Támesis, Serie A Monografías; 162), 1997.
Schwartz, Perla, Rosario Castellanos: mujer que supo latín, México, D. F., Katún, 1984.
Zamudio, R., Luz Elena y Margarita Tapia (eds.), “Pasaporte a la poesía de Rosario Castellanos”, en Rosario Castellanos: de Comitán a Jerusalén, Toluca, Tecnológico de Monterrey/ Universidad Autónoma del Estado de México/ Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, 2006, pp. 31-47.
Castellanos, Rosario, "Poemas de Rosario Castellanos", Material de lectura, Universidad Nacional Autónoma de México, (consultado el 22 de junio de 2016).
----, “Poemas. Rosario Castellanos”, Descarga Cultural unam, (consultado el 22 de junio de 2016).
----, “Arte poética Nº28: Rosario Castellanos”, Círculo de poesía, (consultado el 12 de diciembre de 2012).
Gómez Fuentes, Yolanda, “La obra lírica de Rosario Castellanos, publicada en periódicos locales de Chiapas, desde 1940 hasta 1949”, Centro Universitario de Información y Documentación, (consultado el 22 de junio de 2016).
Zamudio R., Luz Elena, “Pasaporte a la poesía de Rosario Castellanos”, Destiempos, (consultado el 22 de junio de 2016).