Dos adolescentes atestiguan el fin del mundo desde el paseo de la Reforma y avenida Bucareli; la ciudad de México se ve invadida por leones; un recreación punk del mito San Jorge es la envoltura de una historia de amor; los universos paralelos donde Maximiliano de Habsburgo es emperador de México durante muchos años y donde los nazis ganan la guerra se entrecruzan; una celebridad juvenil muerta; una revisión rulfiana del mito del hombre lobo...
Las historias de El llanto de los niños muertos de Bernardo Fernández ofrecen una peculiar perspectiva de los temas más representativos del género fantástico, específicamente de la ciencia ficción. Apropiándose de elementos de la cultura popular contemporánea e integrándolos mediante una prosa fluida, este volumen se inscribe en la extraña brecha que con anterioridad abrieran escritores mexicanos como Francisco Tario, y revistas del género como Crononauta y Umbrales.
Estos relatos están sustentados en la sólida construcción de sus universos, con reglas propias inteligentemente integradas, y en los cuales se explora la condición humana ante situaciones poco convencionales. La ciencia ficción es una literatura de temas. Fernández los emplea para reflexionar; expone la ansiedad adolescente y la paranoia cotidiana, las posibilidades del futuro y los mitos posmodernos con personajes dotados de una conciencia trágica, no exentos de humor negro, que se desenvuelven en mundos de violencia, miedo, codicia y locura.
Con este libro el autor no intenta hacer una apología de la ciencia ficción; se trata de una obra escrita por alguien que domina el género y lo maneja a su gusto con objeto de plantear sus propias inquietudes y criticar las conductas de la sociedad postindustrial. O, como dice Gabriel Trujillo Muñoz, autor y crítico de este género de obras: “Sus cuentos son las bodas de la literatura del absurdo con las aventuras de la familia Simpson”. Por su parte, los redactores de la publicación Communication Arts comentaron: “Un Diego Rivera Punk...”