De origen serbio, el poeta norteamericano Charles Simic (Belgrado, 1938) escribe en inglés, su lengua de adopción a partir de los dieciséis años. Como menciona Rafael Vargas, citando a George Steiner, "esta aparente limitación se convirtió en una ventaja...podríamos decir...que la fluidez y claridad con que Simic se ha adueñado de la lengua corriente son exactamente lo contrario de la familiaridad nativa". La cara oscura de esa ventaja es la duda sostenida a la que el poeta somete todas las certezas del lenguaje —especialmente aquellas con que el propio lenguaje, al exponerse en términos de norma, se empobrece—, duda que aviva el contacto con la filosofía cuyas conjeturas traslucen en el fondo de una poesía que interroga y revela al Ser, en tanto que se sitúa en actitud y condición de entender.
Contradiciendo a la gramática, pero revelando a la poesía, Simic afirma: "Charles Simic es una oración". Y nos hace preguntarnos, ¿es que el poeta existe en virtud del lenguaje?, ¿es que el poema existe porque se expresa a través de los demás?, o siguiendo a Parménides —a quien Simic se remite una y otra vez— ¿es que la poesía puede constatar por qué existe algo en vez de nada?
Charles Simic es una oración en labios de cualquiera, y eso hace a la poesía irreductible, en primer término, al lenguaje. Así lo entiende el propio poeta al evocar a Wittgenstein: "No podemos expresar por medio del lenguaje lo que se expresa a sí mismo en el lenguaje".
El sueño del alquimista pone por primera vez en manos del lector de lengua española una antología varia y comprehensiva, fruto de un gusto constante por la labor de traducirlo, dedicada a quien es uno de los grandes poetas contemporáneos de lengua inglesa.