En la tierra baldía el poeta T.S. Eliot fijó para siempre en el calendario de la literatura al mes de abril con un calificativo sin vuelta de hoja: el mes más cruel. Tatiana Espinasa Yllades, al titular este libro de poemas Abril, en Julio extendió el calificativo a todo el año, hizo posible que esa cualidad contagiara otros momentos, otras horas y otros días. Pero la poesía de esta autora no desarrolla una búsqueda similar a la de Eliot, su contenido narrativo busca la concisión, la cifra en breves imágenes, en palabras mínimas, persigue una transparencia hiriente -como abril- pero también cálida -como en julio-, y en la que el verso se reduce a veces a una sola palabra, cargada de emoción y a la vez contenida. Es diamante expresivo y gota de agua a punto de evaporarse: permanencia y fugacidad, suma del tiempo y ausencia de él. Poesía evidente que, sin embargo, exige del lector mucha atención, una sincronía sensorial que se da en la constante relectura.
Tatiana Espinasa Yllades (ciudad de México, 1959) ha desarrollado una breve pero bien meditada obra a lo largo de los años ochenta y noventa. Su libro inicial lleva por título Primeros umbrales, y reúne relatos cercanos al poema en prosa. Su formación filosófica -se tituló con un trabajo sobre el pensador judíofrancés Vladimir Jankelevitch- está presente en ese libro, y en los textos que se ha publicado en revistas y suplementos culturales, como La casa del tiempo, La orquesta, La jornada semanal, La gaceta del Fondo de Cultura Económica, etc. Marca también su primer libro de poemas, publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México, El ángel. Es curioso que, más allá de los títulos, que pueden sugerir un sentido cercado a lo religioso, los textos son a la vez profundamente concretos. Su escritura ha ido cada vez más encontrando una voz esencial, plenamente manifiesta en Abril, en julio.