José Emilio Pacheco en su Antología de poesía mexicana 1810-1914 dice sobre Laura Méndez de Cuenca (1853-1928): “Novia de Manuel Acuña, viuda de Agustín F. Cuenca y en sus versos única discípula del ‘Nigromante’, Laura Méndez escribió una desconocida poesía que nada tiene en común con lo que en su época se esperaba de las mujeres. ‘Nieblas’ es una prueba de su excelencia. Persona de insaciable curiosidad intelectual que aún hacia 1925 asistía como oyente a las clases que daban en la Facultad de Altos Estudios los jóvenes poetas como Salvador Novo. Laura Méndez de Cuenca fue sobre todo una de las primeras y más activas feministas mexicanas. Dio clases en la Escuela de Artes y Oficios para Mujeres y dirigió en Toluca la Normal para profesoras. Representó a México en muchos congresos internacionales de educación, colaboró en los periódicos revolucionarios…” Su poesía no ha sido reunida más que en pequeñas y poco significativas muestras antológicas; una novela, El espejo de Amarilis, y un libro de cuentos, Simplezas, que ahora se vuelve a editar después de estar casi 75 años olvidado, así como un libro para niñas, Vacaciones, y un Tratado de economía doméstica, son sus publicaciones, pero mucho de su obra creativa y ensayística permanece aún en revistas de la época. Generalizando, puede decirse que todo lo escrito por Laura Méndez de Cuenca es absolutamente correcto desde el punto de vista de lo que ahora se llama estructura así como en lo referente al lenguaje y a los usos gramaticales. Sus cuentos, aun los que parten y concluyen en una anécdota intrascendente, son dignos de figurar en cualquier antología del cuento mexicano. Laura Méndez de Cuenca es una narradora y una poetisa que tiene, por derecho propio, un lugar importante en la literatura mexicana.
Si bien Laura Méndez de Cuenca incursionó en el ámbito cultural de la Ciudad de México a través de la Sociedad Netzahualcóyotl (1868-1873), constelación que reunió a mujeres y hombres en un afán renovador de los géneros literarios tradicionales, a la par de la fundación de instituciones públicas, y de esa época provienen sus colaboraciones poéticas, lo cierto es que su obra narrativa se inició en 1889, atravesó el umbral del siglo XX y finalizó en 1910. Este proyecto de veinte años significó una asimilación fecunda de recursos técnicos emanados de las diversas corrientes en que gravitó su oficio de escritora; su mirada avizoró con presteza los ismos en auge, abonando a favor de la reelaboración esmerada de los diecisiete cuentos publicados en Simplezas (París, 1910).
Simplezas y otros cuentos... vislumbra el sentido puntual de una escritura concisa, elaborada con elegancia: la culminación de un viaje creativo de dos décadas que ilumina de manera categórica el universo literario de la autora, incluso un ciclo significativo de la narrativa mexicana.
La presente edición reúne, por vez primera, cuarenta y cuatro relatos de diversa índole. Los primeros nueve tienen la singularidad de que se publicaron sin firma y con el seudónimo de Stella. El lector tiene, así, entre sus manos, la más vasta recopilación de la obra cuentística de Laura Méndez de Cuenca.