“No hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio”, escribió Albert Camus. Con desafiante humor negro, Fernando Lobo cuenta la historia de un profesor de metafísica dedicado a la paradoja de sobrevivir como suicida de tiempo completo: el inolvidable Tadeus Giménez. Relato del suicida aborda un enigma decisivo –el impulso de quitarse la vida– con suficiente ironía para revelar el absurdo superior de que el mundo exista en su estado actual.
En este thriller filosófico, la víctima y el asesino son la misma persona. Una pregunta se apodera del lector: “¿Cuántas veces puede un suicida sobrevivir a sí mismo?” En cierta forma, un “intento” de suicidio no es otra cosa que un simulacro. Lobo se ocupa de la muerte como voluntad (el revólver que no falla) y representación (los somníferos con margen de error). En su comedia de la inteligencia, Tadeus Giménez recorre todas las gamas del asunto y comprueba que morir no siempre es cuestión de método: hay que merecer el destino terminal. En su vibrante exploración, Fernando Lobo renueva un tema clásico de la literatura mexicana. Ha escrito una muerte sin fin para los tiempos de la realidad virtual.
Juan Villoro
No hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio, escribió Albert Camus. Con desafiante humor negro, Fernando Lobo cuenta la historia de un profesor de metafísica dedicado a la parodoja de sobrevivir como suicida de tiempo completo: el inolvidable Tadeus Giménez. Relato del suicida aborda un enigma decisivo —el impulso de quitarse la vida— con suficiente ironía para revelar el absurdo superior de que el mundo exista en su estado actual. En este thriller filosófico, la víctima y el asesino son la misma persona. Una pregunta se apodera del lector: ¿cuántas veces puede un suicida sobrevivirse a sí mismo? En cierta forma, un intento de suicido no es otra cosa que un simulacro. Lobo se ocupa de la muerte como voluntad (el revolver que no falla) y representación (los somníferos con margen de error). En su comedia de la inteligencia, Tadeus Giménez recorre todas las gamas del asunto y comprueba que morir no siempre es cuestión de método: hay que merecer el destino terminal. En su vibrante exploración, Fernando Lobo renueva un tema clásico de la literatura mexicana. Ha escrito una muerte sin fin para los tiempos de la realidad virtual.