Lo que hunde se ahonda. El mundo es el centro del viaje. La sinapsis se interrumpe, se enrarece la zona de transmisión unidireccional, el espacio del poema se convierte en el movimiento de sus propias referencias, el sitio donde el mundo se despliega. ¿Qué es lo que se hunde en la piedra? ¿Qué clase de sitio, de tiempo y espacio, es posible dentro de la piedra? La pregunta misma es la respuesta. Una sucesión de membranas configuran la diversidad de rutas hacia el interior de la piedra. Cada membrana un espacio diferente. El encuentro en el punto donde el viaje hacia el interior inmóvil y oscuro es habitado por el aire, las lluvias, el trueno. Un viaje a la entraña de la piedra en cuyo centro aparece la tierra, el diamante enlodado. Es el mundo el final de un viaje que se inicia en él. Somos las piedras que se ahondan en la Piedra. La tierra no conoce silencio imperturbable. El poeta escucha el sonido externo que es el rumor interno de una Piedra aún mayor. Acude el rayo en las aguas, parte en mil el corazón del árbol y surge el fuego, la voz que mueve al poema.