Se reeditan hoy estos Clásicos Universales, impresos entre 1921 y 1924, dentro del vasto programa educativo y cultural emprendido por José Vasconcelos en esos años.
Muchos de estos títulos se publicaron en las mejores versiones castellanas entonces a la mano, y su reedición facsimilar cumple tanto la función de un rescate editorial y tipográfico, como la de un homenaje al iniciador de la sostenida labor editorial de la Secretaria de Educación Pública.
Los libros que comprende esta colección son los siguientes: 1. Romain Rolland. Vidas ejemplares. 2. Goethe. Fausto. 3. Platón. Diálogos, tomo I. 4. Platón. Diálogos, tomo II. 5. Platón. Diálogos, tomo III. 6. Eurípides. Tragedias. 7. Esquilo. Tragedias. 8. Plutarco. Vidas paralelas, tomo I. 9. Plutarco. Vidas paralelas, tomo II. 10. Dante Alighieri. La Divina Comedia. 11. Plotino. Las Eneadas. 12. R. Tagore. La luna nueva. 13. Agustín Rivera. Principios críticos sobre el virreinato de la Nueva España y sobre la Revolución de Independencia. 14. Homero. Iliada, tomo I. 15. Homero. Iliada, tomo II. 16. Homero. Odisea. 17. León Tolstoi. Cuentos escogidos.
[Nota preliminar de Maurice Croiset].
La Ilíada y la Odisea —epopeyas de perfecta elocuencia, atribuidas a Homero— se fundan, a primera vista, en el poder, la humillación, la guerra y todo tipo de atrocidades; no obstante, han logrado enseñar a los hombres a buscar la dignidad humana, y más en los derrotados que en los victoriosos, porque la mayor virtud del hombre acaso sea la solidaridad, la cual siempre mueve a la acción. La Odisea, aunque de tono heroico menor que la Ilíada, no estaba libre de la exigente furia de los dioses, probable metonimia homérica por políticos y privilegiados que movía a sus oyentes a reconocer su impotencia y caducidad, y a saberse responsables de sí mismos. El poeta, comparando las lágrimas del vencedor Odiseo, con los lamentos de sus víctimas, revela un grado de reflexión y de humanidad digno de ser admirado. Para regresar con éxito a su hogar, Odiseo trabajó, sufrió, razonó, se adaptó, fue paciente, pero también necesitó volverse modesto, reconocer su debilidad, y comprender la conducta y el sufrimiento de los otros. Semejantes lecciones, descubiertas por el alemán Albrecht Dihle, autor del estudio introductorio de nuestra Odisea mexicana, avivan el vicio de leer, o de volver a leer, estas dos epopeyas, que, por otra parte, son fuente sempiterna para nutrir la imaginación aun de las mentes más reacias al mundo de la creación.
Bulmaro Reyes Coria
[Estudio preliminar de Albrecht Dihle].
La Ilíada y la Odisea —epopeyas de perfecta elocuencia, atribuidas a Homero— se fundan, a primera vista, en el poder, la humillación, la guerra y todo tipo de atrocidades; no obstante, han logrado enseñar a los hombres a buscar la dignidad humana, y más en los derrotados que en los victoriosos, porque la mayor virtud del hombre acaso sea la solidaridad, la cual siempre mueve a la acción. La Odisea, aunque de tono heroico menor que la Ilíada, no estaba libre de la exigente furia de los dioses, probable metonimia homérica por políticos y privilegiados que movía a sus oyentes a reconocer su impotencia y caducidad, y a saberse responsables de sí mismos. El poeta, comparando las lágrimas del vencedor Odiseo, con los lamentos de sus víctimas, revela un grado de reflexión y de humanidad digno de ser admirado. Para regresar con éxito a su hogar, Odiseo trabajó, sufrió, razonó, se adaptó, fue paciente, pero también necesitó volverse modesto, reconocer su debilidad, y comprender la conducta y el sufrimiento de los otros. Semejantes lecciones, descubiertas por el alemán Albrecht Dihle, autor del estudio introductorio de nuestra Odisea mexicana, avivan el vicio de leer, o de volver a leer, estas dos epopeyas, que, por otra parte, son fuente sempiterna para nutrir la imaginación aun de las mentes más reacias al mundo de la creación.
Encuentra en esta antigua y apasionante historia las azarosas aventuras de Odiseo, quien pone en juego su astucia, su valor, su capacidad de convencer y todos los sentimientos que le son propios como humano para, una vez cumplido su deber de conquistar Troya, volver a Itaca, donde lo esperan padre, mujer, hijo, vasallos y todo lo que le es dulce. Imponte de los sufrimientos de aquella guerra y todas las demás que en su locura emprenden los seres humanos. Comprende a Telémaco, hijo de Odiseo, quien durante largo tiempo ha buscado infructuosamente a su padre; conoce a Penélope, mujer de Odiseo, sus dudas, sus temores y la firmeza de su carácter.