Sobre las ruinas de la República irreparable, dos principales, Marco Antonio y Octavio, comparten, entre mentiras, delaciones, traiciones y matanzas, el poder que luego habrán de disputarse. Durante ese tiempo, Cicerón, habiendo fracasado en su intento de poner paz en la urbe, entre esperanzas y decepciones se desplaza por sus villas situadas en Italia. Época abundante en obra del espíritu. Se concluyen entre otros, el tratado Acerca de la naturaleza de los dioses, los diálogos acerca De la vejez y de la amistad, el trabajo acerca Del óptimo género de los oradores. En esas horas, el odio primitivo de Antonio, y la meditada y exacta crueldad de Octavio, se aliaron en una intención criminal. Así, en Túsculo, Cicerón recibe la noticia de que ha sido proscrito; es decir, declarado fuera de la ley y condenado a morir. Comprende que Octavio lo ha cedido a la perversidad del peor de sus enemigos; así pues, entre ambos lo han conducido a su enfrentamiento con la muerte. Antes, empero, la vida le había consentido el espacio para la consumación de sus obras maestras en el arte del decir y del pensar: los discursos contra Antonio que él denominó Filípicas y el tratado Acerca de los deberes, esta suerte de testamento en el cual se impone al ser humano el deber de buscar su realidad en el ejercicio de la virtud.