Esto es, sin artificios, lo que se cuenta. Son memorias que arrastran intentos fallidos y desencuentros con la mucha luz que la mal llamada oscuridad genera. El dolor persistente, auténtico, y la luminiscencia de la imposibilidad de adaptación a esta muy rara carne y al constructo que de tantos y tan incontables modos se ha levantado sobre ella, se entregan aquí. Tengan, pues, los recuerdos de seres que no se adaptan al mundo, porque no pueden, esos que cantan y luego lloran y huyen y piensan, mientras andan tan dolorosamente en la Tierra... porque están abiertos. Muchos de estos cuentos (memorias, memorias) han sido traídos a la luz entre un flujo al que esta autora se entrega, con la idea de que es sólo el medio que ellos —a los que todavía no puede dar nombre, pero sabe— emplean.