26 de julio de 1952, Buenos Aires. Sofía se junta con vecinos a escuchar la radio, quieren conocer el estado de salud de Evita. Los vecinos comentan que Sofía y Evita se parecen, cuando llega la noticia temida: a las 20:25, la señora Eva Perón ha pasado a la inmortalidad.
El país se detiene. Los humildes, que no pueden costearse un viaje al velorio, hacen simulacros con muñecas que representan al cuerpo. El peronismo le ruega a Sofía que imite a Eva dentro de un cajón, van a cobrar una entrada y los ingresos serán para levantar un monumento. Sofía se da cuenta de que puede representar a Evita viva y comienza un tour en el que llena estadios y genera amores y odios, como la misma Evita.
Durante su viaje, Sofía descubrirá que por tratar de ser otra, ha perdido su ser. Pero también puede que esté ante una gran oportunidad: despojándose de todo lo falso quizá pueda, por primera vez, ser ella misma.